Tiempos difíciles

Sin título - 2012
Me miró buscando la aprobación de un espejo que no tenía a mano. Estaba preciosa con aquel vestido, así que le guiñé un ojo y con un gesto leve de afirmación le hice saber que era una buena elección. Ella sonrió.
Ella siguió su camino pensando en el transcurso de los acontecimientos y un pensamiento golpeaba su mente una y otra vez: "son tiempos difíciles para los soñadores...".
Hacía tiempo que había decidido llegar a su meta sin depender de nadie, y por ello ocupaba su tiempo... Para no pensar, para no sentir, para no caer en la trampa de un corazón que promete cosas que nunca será capaz de cumplir. Después de hacerse rogar cayó en la trampa de las palabras que quieren decir mucho y se quedan en nada. En la trampa de los abrazos fríos, de las sonrisas falsas, de ven conmigo hasta el fin del mundo... Pero estuvo tanto tiempo ocupada, que olvidó que el fin del mundo no existía, que los abrazos daban calor, y que las sonrisas era un regalo que no todos sabían hacer.
Olvidó el olor del mar y el color del cielo porque se perdió en sus ojos cuando creía que estaba a salvo de todo tipo de caídas.
Olvidó que cuando no tenemos un espejo que nos refleje la realidad buscamos la mirada de algún extraño que nos diga lo que queremos oir. Y cuando encontramos ese espejo y observamos la realidad que nos hiere, no queremos mirarnos para seguir mintiéndonos, para creer que todo saldrá como lo habíamos soñado, para imaginarnos que el cielo, en algún punto del infinito se funde con el horizonte.
Bajó de su ensimismamiento sentada en aquella silla de madera que tantos dolores de espalda le había regalado. Se juró que no iba a perder más tiempo en ilusiones absurdas. Se miró en el reflejo que le devolvía el cristal de aquella cafetería y una moto pasó por detrás dejando un fuerte olor a gasolina a su paso.
Yo iba detrás, mucho más despacio, en mi bicicleta. Miré el reloj.
La ví pensativa sentada en aquella terraza. Abrió su libreta y empezó a escribir, o a dibujar, no lo sé bien. Fuera lo que fuera, agarró su pluma con ganas, y ya nada la impedía escribir e ilustrar su propia historia como a ella más le gustaba...
...Y nadie ni nada iba a frenar sus ganas de vivir. Ni siquiera un fuerte olor a gasolina...