Fotografía, Lisboa 2015 |
Si cuando me dieron a firmar el papel en el que aceptaba mi compromiso
con la vida hubiera llegado a saber que tendría que despedirme de personas a
las que quiero en contra de mi voluntad, quizás me lo hubiera replanteado de
otra manera.
Supongo que es así como tiene que ser, que sin esas despedidas no
sabríamos apreciar a los que nunca nos dicen “adiós” a pesar de todo. Como tú.
Viajo al pasado a menudo intentando recordar cuándo fue el momento
exacto en el que nuestros corazones se fundieron definitivamente, pero no soy
capaz de encontrar el día, ni la hora, no recuerdo cómo fue. Sólo sé que antes tú
ya te habías cruzado en mi camino, pero no supimos reconocernos.
No sé en qué momento pronuncié mi primer “te quiero” ni cómo lo
encajaste, sé que desde ese momento nunca he dejado de hacerlo: quererte.
Y aquí me encuentro hoy, sin un motivo más allá de los que me da la
vida cada día, diciéndote que cuando te miro a los ojos, a ti, sí creo en el
amor eterno del que tantas veces he renegado.
Tú lo sabes mejor que nadie, he tenido que encajar muchos golpes
durante mi vida, y conoces mi agotamiento y escepticismo en ciertas materias.
Pero nunca se acostumbra uno a estas cosas, y duele despedirse de quienes aún llevas
en el corazón.
Sé que tú nunca me reprocharás mi falta de tiempo, porque siempre
tendré un sobre donde guardar todas las palabras y los besos que no pueda dedicarte
y enviártelos a casa, como aquella tarde en la playa donde mis lágrimas se
juntaron con el mar. Soy consciente de que un puñado de palabras con un
matasellos extranjero no es suficiente para mantener la llama del amor viva,
pero tú, sin pedirlo, no necesitaste más.
Quizás uno de mis mayores errores ha sido no pretender retener a las
personas importantes que un día decidieron irse de mi lado. Sabes que siempre
he luchado por lo que amo, a veces renunciando a mi dignidad por ello, pero ya
no estoy dispuesta a perder más energía en quienes miran pero no quieren ver. Y
a pesar de todo, les seguiré queriendo por lo que han significado en mi vida
mientras estuvieron en ella.
Tengo una caja de madera donde ya no caben todas las fotos que nos
hemos hecho a lo largo de nuestra aventura. Me pongo a echar cuentas y empiezo
a necesitar los dedos de los pies, marcados por el calzado que hemos ido
desgastando en nuestro trayecto, codo con codo, a veces lejos en kilómetros,
pero siempre cerca del corazón. Y aunque me duelen los juanetes de tanto
caminar, ¡Joder! Ha sido un placer hacerlo a tu lado.
Sara, hoy hago repaso mental y sinceramente creo, que si me dieran a
firmar un papel donde renovar mi compromiso con la vida, firmaría sin pensarlo,
porque detrás de las despedidas hay nuevas llegadas, igual que llegaste tú, no
sé el momento exacto, pero llegaste para quedarte y ponérmelo todo patas arriba,
como a mí me gustan las cosas, y para presentarme nuevas opciones con nombre
propio.
Te quiero.