Carta de Amor sin destinatario...

Cristo Bienaventuranzas- Grafito 2012


Extrañado Amor:
Déjame que te pregunte cómo estás, ahora que la distancia ha marcado el doloroso filo de la indiferencia entre tú y yo. Ahora que somos dos extraños y ya nada hay que salve aquello que un día nos unió.
Permíteme la osadía de escribirte esta carta y dejar que la leas; todas las demás mueren cada día en el cajón de mi mesita, porque aún no las ha descifrado tu corazón.
Amor, tú que prometiste amarme cada día de tu vida, que juraste que sólo existía yo... ¿Cuántos años han pasado? ¿Cuántas lágrimas he derramado hasta que te supe decir adiós? ¿Cuántas veces suplicaste que volviera arrodillado ante aquel balcón? ¿En qué cajón de tu mesita ha quedado olvidado ese CD que me grabaste "Con Amor"?
Me duelen las páginas de aquella historia que empezamos a escribir sin saber cómo acabaría. Me duelen las letras que quedaron grabadas y que se han ido destiñendo con el salitre de mi llanto, esas letras que cada día me recordaban cuánto te amé, cuánto fui amada yo...
Pero los días vuelan, aun sin saber hacia dónde les llevan sus alas, y nos devuelven tarde o temprano al lugar donde pertenecemos. Yo aquí, tu allí, nosotros... ¿dónde?
Querido Amor, han volado las promesas que un día nos juramos. Han desaparecido los restos de nuestro naufragio. Ya no queda nada en mi de ti, ni siquiera un resquicio de mis ojos queda en ti. Sólo nos queda el recuerdo del tiempo que duró aquella historia a la que ninguno supo poner el punto final. Aquella historia que aún no sé cómo acabará...
Ahora que la distancia me recuerda quién eres, quien soy, te escribo para decirte que no he vuelto a llorar por los días que no supe tenerte a mi lado, no he vuelto a llorar por los días que no supiste darme calor. Que he aprendido a vivir con tu recuerdo, que me alegra saber de ti aunque no te tengo.
Por fin sé pensar en ti sin que me duela...
Querido Amor, siempre serás ese amigo especial que me enseñó a mirar la vida desde otra perspectiva, el que me enseñó a sentirme, dentro del caos, un poco viva.
Han pasado unos años ya desde que olvidé tu nombre, desde que el dolor me enseñó a no recordarte, y te escribo esta carta aunque no sé ni quién eres, ni siquiera si te acuerdas de mí.
Permíteme la osadía de dejar que leas esta carta. Todas las demás mueren ahogadas en el mar donde un día naufragamos los dos. En todas acababa diciendo: "te quiero, aunque no estés aquí..."
Hasta siempre, amigo mío...
Te quiero, aunque no sepa a quién me debo dirigir...

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