Escuela de Arte

Boceto - Tinta 2012

Hace nueve años estaba comenzando un camino que siempre deseé recorrer desde que descubrí en una caja de color verde unos botes de pintura que mi madre guardaba con mucho recelo. Eran acuarelas, y ese día mi madre hubiera deseado haberlas guardado con mucho más ahínco, o no, porque ese día germinaron todos mis sueños e ilusiones. Acabé con sus acuarelas, con sus botes de cristal para “guardar lágrimas”, incluso con el papel de las paredes que terminamos cambiando por “gotelé” para que no siguiera dando rienda suelta a mis ganas de convertir el mundo en mi mundo.
Hace nueve años comencé mis estudios de bachiller en la Escuela de Arte de León, con la esperanza de convertirme en una gran profesional del mundo que amaba. Me costó adaptarme, pero mis sueños tuvieron más empuje que mi propio miedo, y salí victoriosa para comenzar una carrera en la que era difícil destacar si no llegabas el primero.
Durante esa carrera aprendí muchas cosas, las más importantes fueron sobre la vida, que a veces sin saber por qué, da un giro inesperado y te das cuenta de tus verdaderas pasiones.
Nunca dejé de amar el arte, aunque muchas veces llegué a odiar el mundo que lo rodeaba, incluso me odiaba a mí misma por haber entrado en ese círculo un poco sucio que no era posible de limpiar con un buen bote de aguarrás.
Fue ese en el momento en el que me cercioré de que me quería dedicar a la enseñanza no sólo por el placer de seguir en contacto con aquella materia que siempre me inquietó, sino porque tenía claro que deseaba por encima de todo transmitir la verdadera esencia y significado del ARTE, tantas veces menospreciado e incomprendido, y otras muchas muy mal interpretado y transmitido.
Hoy me encuentro aquí, de nuevo frente al lugar que me vió sonreír verdaderamente de felicidad absoluta: la Ecuela de Arte.
He desarrollado la labor de docente "en prácticas" durante 3 meses que se me han pasado volando, quizás porque, bueno, coges cariño a esas pequeñas personas que llevan guardado en su corazón talentos tan grandes. Unos se decantan más por el diseño, otros por la fotogafía, hay quienes les gusta más la escultura... y otros no desean ser nada relacionado con este mundo que escogieron para "salir del paso", pero estoy segura de que la Ilusión que tienen por ser grandes personas puede con todo lo demás.
En cinco horas la gran mayoría estará enfundada en sus trajes de gala para celebrar que acaba un periodo. Para algunos más fácil que para otros, pero no por ello menos importante. Estarán felices porque ya no volverán a repasar esos apuntes interminables de Hª del arte. Algunos hasta habrán pensado en quemarlos para olvidar lo que sufrieron para aprobarla. Lo que no saben es que hagan lo que hagan, la Escuela de Arte y todo lo que la rodea, seguirá en sus corazones eternamente.
Algunas amistades perdurarán, otras se distanciarán, pero siempre habrá un reencuentro que a todos les haga esbozar esas sonrisas que compartieron estos años.
No es el final de un periodo sólo para ellos. Hay profesores que también cambian de lugar, y que se llevan en sus corazones las mejores anécdotas de cada alumno. Se llevan un puñado de sonrisas que quedan grabadas para siempre en su diario personal.
Mi periodo finaliza aquí. No he compartido con ellos tanto como me hubiera gustado. Pero me queda la satisfacción de creer que gracias a personas como ellos, el camino que he elegido, el de la docencia, es un camino acertado.
Gracias chicos. Nunca dejéis de luchar por ser quienes deseáis ser. La vida es muy corta, pero si lucháis, siempre os sonreirá.
Hasta pronto.

Un regalo para mí

Autorretrato - 2010
Quizás para acabar este capítulo de mi vida debo hacerlo de la manera más sincera, ahora que nadie me escucha el pensamiento ni me lee los gestos.
Esa relación se acabó a pesar de que lo amaba con todo mi ser, de que daría la vida por él sólo con que él me lo pidiera. Se acabó en un momento de quietud y estancamiento que colapsó mis sentidos y no me dejaba amarle como sentía realmente. Todo se volvía negro, aun deseando pasar el resto de mis días con él, entre sus brazos, entre sus besos...
Nadie se quiso poner en mi lugar en un momento en el que sólo por el bien de ambos, tomé tan difícil decisión. Nadie comprendía, ni siquiera él, que amara y no pudiera seguir a su lado, pero yo lo sentía así y creí conveniente distanciarme un tiempo para organizar mi vida y que él empezara a tomar las riendas de la suya. Nunca le dejé de amar.
Hoy, 7 de mayo, tras un año y medio de reflexión, me encuentro ante esta libreta dejando claro todo cuanto sentía y siento, por si mañana me tachan de fría y calculadora; por si creen que en realidad, como él aseguraba, sólo él me amó, cuando parece ser ahora todo lo contrario...
Nunca creí que a pesar de este paréntesis, esta historia acabara así. Muchos pueden pensar que por mi culpa. No les quito su parte de razón. Otros pensarán que la culpa fue suya, sus motivos para creerlo también los tendrán.
No se trata de buscar un culpable, ni de demostrar si él o yo quiso o puso más en la relación que tantas flores puso en mi día a día. No se trata de buscar un ganador...
Hoy escribo esto para sincerarme conmigo misma, para hacerme el mejor regalo de cumpleaños que puede haber: hablarme al corazón, ahora que nadie me escucha el pensamiento.
Me da vergüenza reconocer que a pesar de todo le sigo queriendo, porque en realidad nunca dejé de hacerlo.
A veces los caminos se tuercen y nuestras mejores intenciones acaban fallidas.
Yo sólo quería cerciorarme de que esta era la historia que quería escribir el resto de mi vida, y para ello necesitaba ordenarme, acabar de formarme para estabilizar mi vida y retornar lo que un día fue para mí la ilusión de mi vida. Yo quería que él aprendiese a desenvolverse en este mundo que siempre se lo puso todo en bandeja. Craso error pretender que eso sucediera, y cargo con él cada día de mi vida.
Cada persona elige cómo y el qué desea vivir. Efectivamente, si yo le hubiera explicado esto el primer día, se hubiera quedado esperando por mí para luego caminar su camino. Por eso decidí omitir los detalles. Era un riesgo que esto pudiera suceder: que su camino y el mío ya no tuvieran nada en común cuando yo terminara mis andanzas. Pero era un riesgo que debía correr.
Me gustaría pedirle disculpas, porque en el fondo sé que no he sido justa con él, pero duele tanto ver cómo se transforma la persona a la que amas, cómo te va apartando de su vida hasta que tu nombre ya no le dice ni le suena a nada... Duele verse reemplazado por personas que quizás nunca sepan acariciar sus sueños algún día...
Como riesgo que acepté correr, ahora debo aceptar mi pérdida, levantar la frente muy alta y seguir adelante. Si esto ha acabado así es porque seguramente él no era el hombre que la vida me tenía preparado, si es que hay alguno.
Duele ver cómo no luchan por tí, cómo se queda impasible ante críticas injustas... Yo nunca le hubiera dejado irse...
Él prefirió la comodidad de ver la vida pasar, y yo debo respetarlo.
No voy a llorar más ni me voy a enfadar conmigo misma por haber decidido lo que creí que era lo mejor para ambos en ese momento.
No voy a preguntarle una vez más si algún día me quiso, porque no deseo conocer ya la respuesta.
Yo sólo deseaba amarle como merecía, nada más.
Pero nadie me quiso comprender...
Ojalá sea muy feliz.
Hoy se acaba este capítulo que empecé a escribir hace un año.
Mañana empezaré uno nuevo, empezaré mi propia historia, y no estaré triste nunca más...

Mónica


-Último capítulo del diario 2011/2012-

Flores para mamá

Ilustración- Mamá en el río
Se levantó de golpe al oír que se abría la puerta de su habitación. Estaba realmente contento, asi que cogió mi zapatilla y moviendo enérgicamente el rabo fue hasta la cama de mamá para desearle, a su manera, un feliz día.
Cuando se encontraron ella aún no se había espabilado y él estaba demasiado emocionado. Soltó mi zapatilla, saltó a sus brazos mientras entre lametazo y lametazo, le agradecía todo cuanto había hecho por él.
Mamá se intentaba desembarazar de ese bicho peludo que había arruinado su vida: su calma, su paz... su armonía. Pero no podía evitar esbozar una sonrisina y acariciar la cabeza de ese extraño que compartía casa con ella. Le decía cosas con su mirada. Él sabía que después de todo le quería.
Me levanté a felicitar a la mujer que me enseñó a vivir de la manera más feliz posible: persiguiendo mis sueños.
"Felicidades, mamá" - Susurré un poco adormilada.
"Gracias hija" - me dijo abrazándome cariñosamente.
Mamá no solía ser muy efusiva mostrando sus sentimientos, pero como a él, nos hablaba con la mirada cuando no era capaz de comunicarse con palabras.
Decía un sabio o un loco, no me acuerdo, que quien siente mucho habla poco.
Sí, a veces era difícil decir cuánto la querías, sobre todo cuando la quieres sin medida.
Entró por la puerta el que faltaba, hoy, más madrugador que ninguno: venía con un ramo de flores silvestres que acababa de recoger en el campo donde solía pasear con su compañero peludo. Eran moradas y amarillas, se complementaban perfectamente con la luz monótona de la cocina.
A mamá se le iluminó la cara, y con su luz se iluminaron nuestros corazones: nos encantaba verla feliz.
Ella, como siempre, empezó a hacer sus cosas, arriba, abajo, su amigo canino la perseguía en busca de juego, y ella le echaba de su lado casi con cariño.
Me dispuse a recoger mi ramo de flores particular.
No tiene olor, no tiene color, ni siquiera sirve para adornar un rincón de su habitación.
Empecé a reunir letras, y este fue el resultado...
Espero que te guste...
Felicidades mamá...