"Hasta el árbol con menos hojas..." 2013 - grafito
Por fin me encontré entre papeles, entre mis prisas, mis ensayos y mis
errores… Por fin suspiré con calma ante el reflejo de un espejo que no se
acordaba de mí. Y me miro y me desconozco, con la mirada perdida, sin saber muy
bien si mirarme en el fondo de mis pupilas o quedarme palpando esos huesos que
han brotado a la superficie de unos hombros que anuncian un nuevo cuerpo que no
es el mío.
Los días han ido pasando y no he
encontrado el momento de decirte que te quiero. Y cada día esperaba que te
olvidaras de mí y que todo fuera mucho más sencillo. Cada vez que no sabía de ti
esperaba que hubieras encontrado quien te saciara la sed, quien te preparara el
desayuno y te quitara la camisa antes de ir a dormir. Alguien que al salir de
casa te recordara cada día cuánto te quería. Pero siempre regresabas con tus
preguntas sencillas, con tus respuestas vacías de color y un extraño interés
que nunca comprendí.
Lo confieso: te odié muchos
días. Pero te amé durante muchas más noches, incluso aquellas en las que me
cambiabas de nombre y rostro por el miedo de volver a ser herido. Pero no me
importó, porque yo también me sentí mucho tiempo así. Y esperaba que algún día
me dijeras que ya no significaba nada. Pero siempre estabas sin estar. Te
sentía aunque no estuvieras y pensar en ti me calmaba.
El más sincero en esta historia
siempre has sido tú. Porque yo te pedía palabras que realmente no deseaba
escuchar, pero que el corazón, cuando alguna vez late, necesita para continuar
bombeando la sangre que nos hace sentir vivos. Y te pedía algo más que nunca
tuve y que en el fondo nunca deseé. Supongo que por eso te estoy amando hoy
así.
Nunca me prometiste mares, ni
viajes, ni tardes de verano viendo la puesta de sol. Ni si quiera prometiste
que fueras a estar cuando me resbalara. Y me gustaba así, porque yo no quería
más promesas, ni explicaciones, ni viajes donde el corazón se pierde en la
belleza de lo superficial. Nunca pediste nada, y tampoco me lo diste.
El tiempo ha ido pasando, como
pasan las noches que no quieres que se acaben. Y sigo aquí, esperando que algún
día me digas que no significo nada, porque yo a ti no te lo puedo decir.
Lo maravilloso del amor es
cuando no lo planeas y te pilla desprevenido, mirando por un ventanal las hojas
del otoño que caen. Yo no te quería, pero el viento no te arrastró de mis
raíces, y cada día que pasa me alimentas las ganas de seguir creciendo a tu
lado. Desnuda, pero completa.
Y desearía no haberte
encontrado, porque estaba muy a gusto con mi cuerpo revestido de hojas que me
aseguraban un invierno templado. Pero el vendaval me ha dejado una sola hoja a
los pies que desaparecerá cuando un buen día reflexiones y te des cuenta de que
esta vez ya no significo nada. Una hoja puede salvar un árbol desnudo,
embellecerlo, incluso vestirlo… ¿Pero un árbol qué puede hacer por una hoja si
cuando llega el invierno la deja caer?
Y mientras tanto me dejo
zarandear por la brisa de tus sonrisas y la ternura de tu mirada. Y me dejo
mecer por tus besos, por tus caricias… No importa que venga un invierno frío,
porque aunque te deje caer de mis manos, sé que estarás alimentando mis raíces desde
abajo.
Y me miro y me desconozco, con
la mirada perdida, palpando esos huesos que han brotado a la superficie de unos hombros que
parecen ramas de un árbol que hoy empieza a crecer...
|
Bravo! Contigo las palabras se transforman en melodías y se apoderan de nuestras emociones.
ResponderEliminarMe alegra saber que es así sentido
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=Ggm_tEz05X0
ResponderEliminarNunca es en vano...
Eliminar