La Caja de la Alegría


Abuela - Retrato a Grafito

La abuela la llamaba “La Caja de la Alegría”. Era aquella caja de latón que escondía dulces de las recién pasadas Navidades y alguna pasta de té que ella mojaba en su café bien caliente. Tú se la bajabas del armario de la cocina después de comer, y ella sonreía. En realidad todos lo hacíamos.
Su rostro era blanco, con un ligero tono rosado que la hacía más dulce y delicada si cabe. Su piel siempre fue lisa y tersa. Sólo se marcaban en su gesto las mejores sonrisas que habían dejado los años alrededor de su boca. De nariz respingona y ojos verdi-grises, ella era La Abuela, La Güela, Güelita, Clari, Abuela Clari, Clarita…
Sus mejores recuerdos y probablemente también los tuyos fueron en aquella tienda que os vio crecer entre hilos de mil colores que a ella la volvían loca y ruedas de bicicletas que tú siempre querías probar con El Abuelo.
La recuerdo con aquellas batas azules de cuadros que le dejaban los brazos al aire atendiendo a los vecinos del pueblo. Ella tenía de todo, hasta lapiceros de madera ALPINO. Creo que en alguna caja de aquel almacén con olor a recuerdos guardaba una caja de Felicidad que nunca puso a la venta. Yo nunca necesité esa caja, porque mi felicidad era veros reunidos en el pasillo de la tienda, sentados en aquellos taburetes de madera enanos y compartiendo vuestras vidas entre bocado y bocado de pan con queso Rofer. ¡Mmmmm! Me encantaba ese queso…
Ella era la dueña y señora de la cocina de gas, nunca podré olvidar el sabor de sus purés de patata y de su sopa de pescado. Abuela Clari os conquistaba cada día por el paladar, y cuando os portabais bien sacaba para el desayuno las galletas Reglero, que al mojarlas siempre se partían antes de meterlas en la boca.
Agüelita siempre fue “Goldita”, como un día tú le dijiste, y aunque con el tiempo y el desgaste de los años se os ha quedado más chupada que de costumbre, sigue teniendo el corazón más bueno y fuerte que nadie se pueda imaginar.
Luchadora nata desde pequeña y dedicada a su familia toda la vida: educó a dos mujeres que han sacado a sus familias adelante exitosamente a pesar de los contratiempos, cuidó del bisabuelo aun cuando ya no le quedaban fuerzas para sí misma y se despidió muy pronto del Abuelito, al que aún hoy extraña cada día al despertar y sentir que le falta alguien a su lado.
En el pueblo La Abuela es una institución. Si dices que eres “el nieto de Clari” todos saben quién eres, y todos quieren visitar a la mujer que tuvo en su tienda una caja llena de Felicidad que nunca quiso poner en venta.
Cualquier excusa es buena para reunir a toda la familia alrededor de una mesa con una taza de café bien caliente y montones de historias que recordar. Con sus dedos finos y suaves recoge una a una las miguitas que han caído de su pasta y las echa al plato con delicadeza.
Ella es quien os dijo que había que “enseñar el diente” en las fotos, pintarse un poco “el morro” antes de salir de casa y que “no es limpio el que limpia, sino el que no ensucia”. Os enseñó el truco para que el aceite de los huevos fritos no saltase, y a desconfiar de quienes os regalaban palabras que no iban acompañadas de hechos.
La Abuelita es el color azul en el parchís; la tesorera en el Cinquillo; la que canta las cuarenta en el Tute; la que confunde las señas en la Brisca; la que canta Línea en el Bingo…
Ayer cumplió 81 años cargados de vida y dulzura. La miro y veo cómo poco a poco se le agotan las fuerzas, y sin embargo ella sigue ahí, día a día, aguantando el dolor de una pierna herida y un corazón de luto, siempre con una sonrisa pícara que os contagia cuando tú le acercas “La Caja de la Alegría”.
Y es que, la Felicidad puede caber en una caja sin precio guardada en un almacén con olor a recuerdos, porque son las pequeñas cosas de la vida las que nos hacen felices, como aquellos bocadillos de queso Rofer o un polvorón después de comer. Todo depende de quién tenga la caja y lo que quiera guardar en ella.
Por todo lo que tu Abuela me enseñó y por todo lo que siempre os ha querido, hoy he desempolvado mi caja de Felicidad y con las letras que había dentro le he hecho este regalo.
Felicidades Clarita, lo que hoy somos es por ti, y yo no lo hubiera hecho mejor.


3 comentarios:

  1. Mucho cariño en estas líneas :)

    Dani

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  2. Me muero de gusto y por suerte aun la tenemos para disfrutar con ella

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