La llamaban Mary (parte II)

Estudio - Óleo sobre tabla 2010
Llegué a casa envuelta en un halo de tristeza. Ya nada era lo mismo en aquel antro.
Ya no encontraba su sonrisa entre los recovecos que algún día había llenado ella con su presencia. Me puse el pijama, sin quitármela de la cabeza. Se fue sin decir adiós... Se fue poco a poco, y me dejó seco el corazón.
No pude evitar regarlo mientras hacía valance de todo cuanto me regaló durante el tiempo que compartimos. No pude evitar recordar que las dos éramos una.
Los clientes siguen viniendo en su busca, con la firme esperanza de que algún día se la encontrarán detrás de la barra canturreando ese I can get no... satisfaction, escoba en mano a modo de micrófono y yo a su lado tocando una guitarra que jamás existió. Los clientes me recuerdan que existió, y con eso me basta para esbozar mi mejor sonrisa ahora que nadie es capaz de sacarme de mi cruda realidad.
En algún lugar del mundo que habita estará haciendo feliz a alguien, del mismo modo que hizo conmigo, dejándome eso sí, con un vacío que ninguna otra Mary llenará.
Lo prometiste. Mientras cruzabas el umbral de la puerta, te giraste con esa sonrisa pícara, y me dijiste que volverías a visitarme, que regresarías a la taberna donde te has dejado medio corazón...
No te quise ver partir. Las despedidas no me gustan, ya lo sabes.
Ahora me arrepiento de no haberte dicho nunca todo lo que significaste para mí, y me lamento ante un papel que sufre mis desvelos nocturnos.
Sólo un abrazo, para recordar que no fuiste una ilusión.
Sólo un abrazo, una noche más entre risas desmedidas... Y te dejaré partir para siempre, allá donde el destino te tiene preparado algo tan grande como tu propio corazón.
Te llamaban Mary, pero yo bien sé que esa no es tu verdadera identidad...

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