El comienzo

Fotografía 2012
"Era pispoleta" decía mi madre cuando recordaba a aquella niña regordeta de pelo corto y encaracolado.
Yo también guardo algún que otro recuerdo de aquella niña que posiblemente se haya convertido en toda una mujer.
Era inquieta, siempre llevaba un estuche de rotuladores de mil colores. Hasta el color gris tenía, que siempre le llamó especialmente la atención... Si el gris no pintaba su madre tenía que comprarle un estuche nuevo en uno de aquellos todo a cien o quitárselo a su hermano.
Siempre estaba rodeada de viejas revistas y libros en blanco y negro que poder rellenar de color, pero pronto el papel se le quedaba pequeño y necesitaba algo más grande.
Recuerdo un día que sus padres la dejaron pegar sobre las paredes de papel de aquella vieja casa de alquiler los recortables de una revista que ella misma había garabateado. Su emoción sólo la podemos recordar quienes la tuvimos allí mismo, quienes vimos en sus ojos la emoción de pintar en vertical y sobre un soporte "decente" por primera vez.
Llevaba una camisa de cuadros heredada de su hermano, amarilla y azul. Y unos vaqueros, también heredados, porque la economía no les permitía comprarles ropa nueva, sujetos con unos tirantes.
Las paredes se le quedaron pequeñas, y con la emoción de poder dejar volar sus sueños, sus inquietudes... Decidió ir más allá, y escondida, sentada en la esquina que formaba la puerta de la habitación con la pared del pasillo, se perdió en la belleza de sus sueños, y con sus rotuladores el tiempo pasó deprisa, decorando la puerta de la habitación que se convertiría en la cómplice de tantos sueños frustrados...
-¡¿Qué haces?! gritó su voz grave y sobrecogedora.
Se asustó mucho, entre sus sueños y sus rotuladores no cabía el miedo y de repente empezó a temblar, porque sabía que la cara de aquel hombre que la increpaba era de enfado, como casi siempre...
-Lo siento... dijo en un hilo de voz sin saber qué había hecho mal pero muy arrepentida, de eso estoy segura.
Mientras él desabrochaba y sacaba el cinturón del pantalón vaquero que vestía ella se hizo pis, mientras soltaba, temblando, los tres rotuladores que aún sostenía con fuerza en su mano izquierda.
-No lo hice queriendo... casi no se la oía.
-¡¡¡¿Qué dices?!!!
¡Zas! un calambrazo atravesó su cuerpo. Y otro, y otro... mientras veía cómo aquel hombre pisaba sus rotuladores dominado por la furia.
-¡¡A la cama sin cenar!!
No dije nada. Recogí mis rotuladores y los guardé en un cajón donde se terminaron secando por no haberlos vuelto a usar...

"Eras pispoleta" dice mi madre cuando recordamos mi infancia.

Hoy comeinzo a escribir mi historia para quienes no se cansan de preguntar si lo que escribo me ha pasado a mí o me lo invento. No tengo nada que ocultar, sólo mucho que compartir...
Se la dedico a mi hermano, que aunque quizás nunca sepa valorar estas letras, me gustaría que conociera la que también es su historia desde mi punto vista.



3 comentarios:

  1. Y los pelos de punta, la rabia a flor de piel y la impotencia de saber que esto sucede a diario en muchos rincones del mundo....
    Enhorabuena Mónica, lo has vuelto a hacer, te has vuelto a superar!!!

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