El comienzo

Fotografía 2012
"Era pispoleta" decía mi madre cuando recordaba a aquella niña regordeta de pelo corto y encaracolado.
Yo también guardo algún que otro recuerdo de aquella niña que posiblemente se haya convertido en toda una mujer.
Era inquieta, siempre llevaba un estuche de rotuladores de mil colores. Hasta el color gris tenía, que siempre le llamó especialmente la atención... Si el gris no pintaba su madre tenía que comprarle un estuche nuevo en uno de aquellos todo a cien o quitárselo a su hermano.
Siempre estaba rodeada de viejas revistas y libros en blanco y negro que poder rellenar de color, pero pronto el papel se le quedaba pequeño y necesitaba algo más grande.
Recuerdo un día que sus padres la dejaron pegar sobre las paredes de papel de aquella vieja casa de alquiler los recortables de una revista que ella misma había garabateado. Su emoción sólo la podemos recordar quienes la tuvimos allí mismo, quienes vimos en sus ojos la emoción de pintar en vertical y sobre un soporte "decente" por primera vez.
Llevaba una camisa de cuadros heredada de su hermano, amarilla y azul. Y unos vaqueros, también heredados, porque la economía no les permitía comprarles ropa nueva, sujetos con unos tirantes.
Las paredes se le quedaron pequeñas, y con la emoción de poder dejar volar sus sueños, sus inquietudes... Decidió ir más allá, y escondida, sentada en la esquina que formaba la puerta de la habitación con la pared del pasillo, se perdió en la belleza de sus sueños, y con sus rotuladores el tiempo pasó deprisa, decorando la puerta de la habitación que se convertiría en la cómplice de tantos sueños frustrados...
-¡¿Qué haces?! gritó su voz grave y sobrecogedora.
Se asustó mucho, entre sus sueños y sus rotuladores no cabía el miedo y de repente empezó a temblar, porque sabía que la cara de aquel hombre que la increpaba era de enfado, como casi siempre...
-Lo siento... dijo en un hilo de voz sin saber qué había hecho mal pero muy arrepentida, de eso estoy segura.
Mientras él desabrochaba y sacaba el cinturón del pantalón vaquero que vestía ella se hizo pis, mientras soltaba, temblando, los tres rotuladores que aún sostenía con fuerza en su mano izquierda.
-No lo hice queriendo... casi no se la oía.
-¡¡¡¿Qué dices?!!!
¡Zas! un calambrazo atravesó su cuerpo. Y otro, y otro... mientras veía cómo aquel hombre pisaba sus rotuladores dominado por la furia.
-¡¡A la cama sin cenar!!
No dije nada. Recogí mis rotuladores y los guardé en un cajón donde se terminaron secando por no haberlos vuelto a usar...

"Eras pispoleta" dice mi madre cuando recordamos mi infancia.

Hoy comeinzo a escribir mi historia para quienes no se cansan de preguntar si lo que escribo me ha pasado a mí o me lo invento. No tengo nada que ocultar, sólo mucho que compartir...
Se la dedico a mi hermano, que aunque quizás nunca sepa valorar estas letras, me gustaría que conociera la que también es su historia desde mi punto vista.



Leche fría y sin grumitos

"Desayuno y merienda" - Fotografña 2012
Se sentaron en el banco de aquel parque donde ella pasaba tantas horas con su amigo peludo. Quizás el único que le había sido fiel desde que estaba junto a ella.
Él imaginaba qué iban a prounciar sus labios, pero esperó pacientemente a que ella se armara de valor.
Su corazón latía con más fuerza que nunca. Las palabras se amontonaban en su pecho, las ideas se agolpaban en su cabeza, su mirada estaba perdida en algún punto de algún árbol donde algún día la sombra calmó su calor.
-Ya no te quiero.
-Vale. Él no levantaba la mirada del suelo mientras con movimientos cortos y rápidos bailaba el pie derecho con un tic nervioso.
-¿Eso es todo?
-Si. Como tú me dijiste un día, no voy a obligar a nadie a que me quiera. Si ya no me quieres tengo que aceptarlo.
El latir del corazón no le dejaba oír su mente.
-Me vas a dejar marchar así, sin más...
-Si es lo que quieres yo no te voy a retener.
Se juró antes de atravesar el umbral de casa que no iba a derramar ni una sola lágrima. No por él. Pronto notó que su corazón la ahogaba y sus ojos se humedecían. Anunció un final trágico, pero supo guardar la serenidad.
El viento ondeaba su pelo suelto que, más libre que nunca, se enredaba entre sus pestañas y no la dejaban ver con claridad.
Se giró.
-Mírame a la cara.
Él la miro con esa mirada profunda que siempre se mantuvo fría como un témpano.
-Qué.
Ambos dejaron que las lágrimas regaran sus corazones sedientos el uno del otro.
No aguantó un segundo más y retirándole la mirada dijo con la voz entrecortada: -¡Qué idiota soy! Hubo un día que creí que yo era especial para tí.
Con una sonrisa irónica se secó las lágrimas que el amor tarde o temprano te obliga a derramar.
Él, muy suavemente, casi con toda la dulzura que nunca tuvo con ella la agarró por la barbilla y giró su cara hacia sí mismo.
-Eres especial. No te quiero perder.
El corazón le dolía más que nunca, y a pesar del estrépito que había en su interior fue capaz de escuchar su mente y susurrar: -Ya hace mucho que me perdiste...
Cabizbaja apartó la cara mientras él apretaba los labios, no sé si con rabia o con pesar.
Una ráfaga de viento despeinó su pelo ondulado. Mientras se recomponía él ya se alejaba, apretando los puños dentro de los bolsillos de su pantalón vaquero.
Le vió marchar más serena que nunca. El viento secó sus mejillas y mientras respiraba hondo se juraba una vez más no caer en la misma trampa.
Se tumbó en aquel banco envejecido por el tiempo y por las inclemencias del tiempo que día a día soportaba.
Sonreía mientras se dejaba mezclar con el olor a hierba recién segada.
Era la hora de tomarse un cola-cao, aunque ya no tuviera quién se lo preparara frío y sin grumitos...

Felicidades mamá...

"Te quiero" - Fotografía 2012
A veces no tenemos tiempo para comprar una tarjeta de cumpleaños e insistir a tu familia para que la rellene. A veces es mejor escribir uno mismo la felicitación, abrir su propio corazón y expresar por un día lo que a veces, por culpa de la rutina, no da tiempo a decir...
Hoy te tengo que decir "felicidades"...
Pasan los años a tu lado y vuelan, con tu sonrisa al entrar todos los días por la puerta llenando la casa de esa luz especial que ilumina cada rincón, hasta la cama de León.
Cruzas el umbral y todo cambia, hay conversación, hay alegría, hay color en las paredes... y no lo he puesto yo con ninguna de mis brochas.
A veces no tenemos tiempo de decirnos todo lo que quisiéramos. Yo quiero beber cada segundo de tu boca esos "te quiero" que a veces por falta de tiempo se secan en tus labios antes de haber podido salir. Yo quiero respirar en tu mirada cada día las bocanadas de aire fresco que necesito para emprender mi vuelo hacia el lugar donde un día soñé. Tú quisieras disponer de mi tiempo para sentarte a mi lado y... sentirme cerca mientras tus preocupaciones inundan el salón y sobrevuelan todas nuestras cabezas que a veces ni se enteran de que algo está pasando.
Hoy te tengo que decir "felicidades", no sólo porque sea tu cumpleaños, también por todo lo que cada día nos regalas casi sin tú darte cuenta. Felicidades, porque has conseguido todo lo que crees que necesitarías alcanzar para ser feliz cuando lo ves idealizado en una película de comedia romántica.
No necesitas volver a tus dulces 18 para ser la mujer que eres, ni cambiar tu carácter, ni pensar "en qué me equivoqué". Nunca es tarde para seguir aprendiendo de lo que un día creíamos haber hecho mal. Para mí has sido un ejemplo y no te cambiaría por nada del mundo, incluso con las dificultades que hemos atravesado. Esas nos han hecho ser mejores personas.
Hoy te deseo Feliz Cumpleaños, rodeada de los que más te quieren, a veces no siempre se puede con todos a la vez, pero aunque algunos estén ya lejos o no los podamos tocar, están aquí, dándote un beso dulce en la mejilla y animándote a que sigas el camino que te dicta el corazón. Porque madre: sólo tú sabes quién quieres ser, y sólo tú puedes lograrlo. Yo estaré aquí, como cada año, recordándote que eres una mujer fuerte pero no por ello tienes la obligación de cargar con los lastres de los demás.
Cuida de tí, de tu cabeza, de tu corazón, que cuando nosotros te necesitemos gritaremos alto, muy alto, tan alto como hoy te digo Felicidades...
Porque 48 no son nada. Nunca es tarde para cambiar tu destino. Nunca es tarde para ser feliz, para lanzarte al vacío y atreverte.
Porque Te quiero... Aunque a veces no haya tiempo para las palabras, y una mirada cansada no sea suficiente antes de coger la bici y huir lejos de aquí.

Gajos de naranja amarga

Dibujo a ordenador - 2012
Estaban todos reunidos en aquel salón tan mal iluminado, sólo faltaba él, como cada noche, como casi siempre.
La pequeña preguntaba por él, y mamá siempre encontraba alguna respuesta recurrente que darle para que nunca dejaran de ser niños en edad de imaginar, de jugar, de disfrutar de aquella naranja ácida con azúcar que tanto le gustaba a su hermano y que mamá les preparaba para que fueran felices a la cama. Sólo un buen postre a la hora de acostarse convertía el peor de los días en una jornada inolvidable... y su madre lo sabía, asi que les endulzaba los días que amargos pasaban para ella.
Era la hora del postre, David se frotaba las manos mientras chinchaba a su hermana diciéndole que se comería también su postre. De repente, se oyó al otro lado de la puerta el sonido de unas llaves que se disponían a abrir la puerta de casa. Todos cogieron aire y sus semblantes se tornaron de preocupación. Se hizo el silencio...
Un portazo retumbó en sus oídos. La televisión pasó a un segundo plano, y hasta mamá se quedó quieta en la cocina, esperando.
El primogénito se levantó a saludarle, contento porque esa misma tarde había comprado unas botas de fútbol que deseaba enseñarle a toda costa. Dejó el postre en la mesa, mientras su hermana empezaba a saborear tímidamente el primer gajo de una naranja que jamás olvidaría.
Su voz empezó a elevarse más de lo normal, y de un bofetón, a David se le cayeron las botas de fútbol nuevas al suelo. Le miró a los ojos sin comprender muy bien qué pasaba. Cuando se arrodillaba a recogerlas, una gota de sangre se deslizaba de su discreta nariz hasta sus labios: "perdóname, papá..." sollozó.
Mamá salió de la cocina intentando poner una nota de concordia, pero a ella también le dió las buenas noches de la única forma que sabía.
Se acercó con la mirada encendida a la pequeña. Ella le miraba con lágrimas en los ojos, quieta, con un gajo de naranja en la mano y sin poder saborear el que le quedaba en la boca."¿Y tú qué miras?" Agachó la mirada, y recibió un golpe inesperado. Desde el suelo, quieta, veía a mamá gritando mientras se acercaba a ella, pero papá no la dejó. David salió corriendo de casa a pedirnos ayuda.
Lo único que recuerdo fue el último aliento de aquella niña. Se ahogó en la amargura de aquella naranja que mamá tantas veces intentó endulzar...



Tiempos difíciles

Sin título - 2012
Me miró buscando la aprobación de un espejo que no tenía a mano. Estaba preciosa con aquel vestido, así que le guiñé un ojo y con un gesto leve de afirmación le hice saber que era una buena elección. Ella sonrió.
Ella siguió su camino pensando en el transcurso de los acontecimientos y un pensamiento golpeaba su mente una y otra vez: "son tiempos difíciles para los soñadores...".
Hacía tiempo que había decidido llegar a su meta sin depender de nadie, y por ello ocupaba su tiempo... Para no pensar, para no sentir, para no caer en la trampa de un corazón que promete cosas que nunca será capaz de cumplir. Después de hacerse rogar cayó en la trampa de las palabras que quieren decir mucho y se quedan en nada. En la trampa de los abrazos fríos, de las sonrisas falsas, de ven conmigo hasta el fin del mundo... Pero estuvo tanto tiempo ocupada, que olvidó que el fin del mundo no existía, que los abrazos daban calor, y que las sonrisas era un regalo que no todos sabían hacer.
Olvidó el olor del mar y el color del cielo porque se perdió en sus ojos cuando creía que estaba a salvo de todo tipo de caídas.
Olvidó que cuando no tenemos un espejo que nos refleje la realidad buscamos la mirada de algún extraño que nos diga lo que queremos oir. Y cuando encontramos ese espejo y observamos la realidad que nos hiere, no queremos mirarnos para seguir mintiéndonos, para creer que todo saldrá como lo habíamos soñado, para imaginarnos que el cielo, en algún punto del infinito se funde con el horizonte.
Bajó de su ensimismamiento sentada en aquella silla de madera que tantos dolores de espalda le había regalado. Se juró que no iba a perder más tiempo en ilusiones absurdas. Se miró en el reflejo que le devolvía el cristal de aquella cafetería y una moto pasó por detrás dejando un fuerte olor a gasolina a su paso.
Yo iba detrás, mucho más despacio, en mi bicicleta. Miré el reloj.
La ví pensativa sentada en aquella terraza. Abrió su libreta y empezó a escribir, o a dibujar, no lo sé bien. Fuera lo que fuera, agarró su pluma con ganas, y ya nada la impedía escribir e ilustrar su propia historia como a ella más le gustaba...
...Y nadie ni nada iba a frenar sus ganas de vivir. Ni siquiera un fuerte olor a gasolina...


Escuela de Arte

Boceto - Tinta 2012

Hace nueve años estaba comenzando un camino que siempre deseé recorrer desde que descubrí en una caja de color verde unos botes de pintura que mi madre guardaba con mucho recelo. Eran acuarelas, y ese día mi madre hubiera deseado haberlas guardado con mucho más ahínco, o no, porque ese día germinaron todos mis sueños e ilusiones. Acabé con sus acuarelas, con sus botes de cristal para “guardar lágrimas”, incluso con el papel de las paredes que terminamos cambiando por “gotelé” para que no siguiera dando rienda suelta a mis ganas de convertir el mundo en mi mundo.
Hace nueve años comencé mis estudios de bachiller en la Escuela de Arte de León, con la esperanza de convertirme en una gran profesional del mundo que amaba. Me costó adaptarme, pero mis sueños tuvieron más empuje que mi propio miedo, y salí victoriosa para comenzar una carrera en la que era difícil destacar si no llegabas el primero.
Durante esa carrera aprendí muchas cosas, las más importantes fueron sobre la vida, que a veces sin saber por qué, da un giro inesperado y te das cuenta de tus verdaderas pasiones.
Nunca dejé de amar el arte, aunque muchas veces llegué a odiar el mundo que lo rodeaba, incluso me odiaba a mí misma por haber entrado en ese círculo un poco sucio que no era posible de limpiar con un buen bote de aguarrás.
Fue ese en el momento en el que me cercioré de que me quería dedicar a la enseñanza no sólo por el placer de seguir en contacto con aquella materia que siempre me inquietó, sino porque tenía claro que deseaba por encima de todo transmitir la verdadera esencia y significado del ARTE, tantas veces menospreciado e incomprendido, y otras muchas muy mal interpretado y transmitido.
Hoy me encuentro aquí, de nuevo frente al lugar que me vió sonreír verdaderamente de felicidad absoluta: la Ecuela de Arte.
He desarrollado la labor de docente "en prácticas" durante 3 meses que se me han pasado volando, quizás porque, bueno, coges cariño a esas pequeñas personas que llevan guardado en su corazón talentos tan grandes. Unos se decantan más por el diseño, otros por la fotogafía, hay quienes les gusta más la escultura... y otros no desean ser nada relacionado con este mundo que escogieron para "salir del paso", pero estoy segura de que la Ilusión que tienen por ser grandes personas puede con todo lo demás.
En cinco horas la gran mayoría estará enfundada en sus trajes de gala para celebrar que acaba un periodo. Para algunos más fácil que para otros, pero no por ello menos importante. Estarán felices porque ya no volverán a repasar esos apuntes interminables de Hª del arte. Algunos hasta habrán pensado en quemarlos para olvidar lo que sufrieron para aprobarla. Lo que no saben es que hagan lo que hagan, la Escuela de Arte y todo lo que la rodea, seguirá en sus corazones eternamente.
Algunas amistades perdurarán, otras se distanciarán, pero siempre habrá un reencuentro que a todos les haga esbozar esas sonrisas que compartieron estos años.
No es el final de un periodo sólo para ellos. Hay profesores que también cambian de lugar, y que se llevan en sus corazones las mejores anécdotas de cada alumno. Se llevan un puñado de sonrisas que quedan grabadas para siempre en su diario personal.
Mi periodo finaliza aquí. No he compartido con ellos tanto como me hubiera gustado. Pero me queda la satisfacción de creer que gracias a personas como ellos, el camino que he elegido, el de la docencia, es un camino acertado.
Gracias chicos. Nunca dejéis de luchar por ser quienes deseáis ser. La vida es muy corta, pero si lucháis, siempre os sonreirá.
Hasta pronto.

Un regalo para mí

Autorretrato - 2010
Quizás para acabar este capítulo de mi vida debo hacerlo de la manera más sincera, ahora que nadie me escucha el pensamiento ni me lee los gestos.
Esa relación se acabó a pesar de que lo amaba con todo mi ser, de que daría la vida por él sólo con que él me lo pidiera. Se acabó en un momento de quietud y estancamiento que colapsó mis sentidos y no me dejaba amarle como sentía realmente. Todo se volvía negro, aun deseando pasar el resto de mis días con él, entre sus brazos, entre sus besos...
Nadie se quiso poner en mi lugar en un momento en el que sólo por el bien de ambos, tomé tan difícil decisión. Nadie comprendía, ni siquiera él, que amara y no pudiera seguir a su lado, pero yo lo sentía así y creí conveniente distanciarme un tiempo para organizar mi vida y que él empezara a tomar las riendas de la suya. Nunca le dejé de amar.
Hoy, 7 de mayo, tras un año y medio de reflexión, me encuentro ante esta libreta dejando claro todo cuanto sentía y siento, por si mañana me tachan de fría y calculadora; por si creen que en realidad, como él aseguraba, sólo él me amó, cuando parece ser ahora todo lo contrario...
Nunca creí que a pesar de este paréntesis, esta historia acabara así. Muchos pueden pensar que por mi culpa. No les quito su parte de razón. Otros pensarán que la culpa fue suya, sus motivos para creerlo también los tendrán.
No se trata de buscar un culpable, ni de demostrar si él o yo quiso o puso más en la relación que tantas flores puso en mi día a día. No se trata de buscar un ganador...
Hoy escribo esto para sincerarme conmigo misma, para hacerme el mejor regalo de cumpleaños que puede haber: hablarme al corazón, ahora que nadie me escucha el pensamiento.
Me da vergüenza reconocer que a pesar de todo le sigo queriendo, porque en realidad nunca dejé de hacerlo.
A veces los caminos se tuercen y nuestras mejores intenciones acaban fallidas.
Yo sólo quería cerciorarme de que esta era la historia que quería escribir el resto de mi vida, y para ello necesitaba ordenarme, acabar de formarme para estabilizar mi vida y retornar lo que un día fue para mí la ilusión de mi vida. Yo quería que él aprendiese a desenvolverse en este mundo que siempre se lo puso todo en bandeja. Craso error pretender que eso sucediera, y cargo con él cada día de mi vida.
Cada persona elige cómo y el qué desea vivir. Efectivamente, si yo le hubiera explicado esto el primer día, se hubiera quedado esperando por mí para luego caminar su camino. Por eso decidí omitir los detalles. Era un riesgo que esto pudiera suceder: que su camino y el mío ya no tuvieran nada en común cuando yo terminara mis andanzas. Pero era un riesgo que debía correr.
Me gustaría pedirle disculpas, porque en el fondo sé que no he sido justa con él, pero duele tanto ver cómo se transforma la persona a la que amas, cómo te va apartando de su vida hasta que tu nombre ya no le dice ni le suena a nada... Duele verse reemplazado por personas que quizás nunca sepan acariciar sus sueños algún día...
Como riesgo que acepté correr, ahora debo aceptar mi pérdida, levantar la frente muy alta y seguir adelante. Si esto ha acabado así es porque seguramente él no era el hombre que la vida me tenía preparado, si es que hay alguno.
Duele ver cómo no luchan por tí, cómo se queda impasible ante críticas injustas... Yo nunca le hubiera dejado irse...
Él prefirió la comodidad de ver la vida pasar, y yo debo respetarlo.
No voy a llorar más ni me voy a enfadar conmigo misma por haber decidido lo que creí que era lo mejor para ambos en ese momento.
No voy a preguntarle una vez más si algún día me quiso, porque no deseo conocer ya la respuesta.
Yo sólo deseaba amarle como merecía, nada más.
Pero nadie me quiso comprender...
Ojalá sea muy feliz.
Hoy se acaba este capítulo que empecé a escribir hace un año.
Mañana empezaré uno nuevo, empezaré mi propia historia, y no estaré triste nunca más...

Mónica


-Último capítulo del diario 2011/2012-

Flores para mamá

Ilustración- Mamá en el río
Se levantó de golpe al oír que se abría la puerta de su habitación. Estaba realmente contento, asi que cogió mi zapatilla y moviendo enérgicamente el rabo fue hasta la cama de mamá para desearle, a su manera, un feliz día.
Cuando se encontraron ella aún no se había espabilado y él estaba demasiado emocionado. Soltó mi zapatilla, saltó a sus brazos mientras entre lametazo y lametazo, le agradecía todo cuanto había hecho por él.
Mamá se intentaba desembarazar de ese bicho peludo que había arruinado su vida: su calma, su paz... su armonía. Pero no podía evitar esbozar una sonrisina y acariciar la cabeza de ese extraño que compartía casa con ella. Le decía cosas con su mirada. Él sabía que después de todo le quería.
Me levanté a felicitar a la mujer que me enseñó a vivir de la manera más feliz posible: persiguiendo mis sueños.
"Felicidades, mamá" - Susurré un poco adormilada.
"Gracias hija" - me dijo abrazándome cariñosamente.
Mamá no solía ser muy efusiva mostrando sus sentimientos, pero como a él, nos hablaba con la mirada cuando no era capaz de comunicarse con palabras.
Decía un sabio o un loco, no me acuerdo, que quien siente mucho habla poco.
Sí, a veces era difícil decir cuánto la querías, sobre todo cuando la quieres sin medida.
Entró por la puerta el que faltaba, hoy, más madrugador que ninguno: venía con un ramo de flores silvestres que acababa de recoger en el campo donde solía pasear con su compañero peludo. Eran moradas y amarillas, se complementaban perfectamente con la luz monótona de la cocina.
A mamá se le iluminó la cara, y con su luz se iluminaron nuestros corazones: nos encantaba verla feliz.
Ella, como siempre, empezó a hacer sus cosas, arriba, abajo, su amigo canino la perseguía en busca de juego, y ella le echaba de su lado casi con cariño.
Me dispuse a recoger mi ramo de flores particular.
No tiene olor, no tiene color, ni siquiera sirve para adornar un rincón de su habitación.
Empecé a reunir letras, y este fue el resultado...
Espero que te guste...
Felicidades mamá...

"El hombre del traje gris"

Álvaro - Transfer

Nunca hubiera sabido decir qué fue. Nunca cómo lo consiguió. Sonrió y todo fluyó, como el agua del deshielo se deja llevar por los arroyos...
Me levanté con la vista nublada y un amigo peludo que no quería madrugar. Yo tampoco tenía ganas de empezar el día tan temprano. Era día 30, creo que del mes de abril.
El agua de la ducha rebotaba en mi espalda como las palabras imposibles de decir en la punta de mis labios: pancarta, escaparate, coronel, prieto picudo, paredes...
A las 8 de la mañana salí a encontrarme con aquellos que representaban mi misma adolescencia, mis mismas ganas de alcanzar un sueño... o no, era demasiado temprano para perseguir sueños, para pensar, para atender en clase, para escribir algo que te llegara al corazón, ahora que el frío ¿invierno? ha marcado las manos que un día se dieron calor.
A la hora del recreo fui a tomar el té que me devolvió la inspiración, al lugar donde las miradas entre compañeros de trabajo se cruzan cómplicemente sin decir nada y diciéndolo todo entre sorbo y sorbo de café.
Hacía frío, como aquellas tardes que con estoicidad nos quedábamos contemplando la fachada del monumento que nos vió crecer, que nos vió querer.
De camino para casa todo era más fácil, aunque en realidad nunca lo fue. Hay decisiones que nunca sabremos si han sido las correctas o no. Decisiones que si nunca hubieramos tomado, nunca hubieramos parado a pensar, por eso es necesario tomarlas y ser consecuentes, a pesar de todo.
Era día 30... el último del mes que me robaron como en aquella canción que decía... "y cuando por la calle pasa la vida como un huracán, el hombre del traje gris saca un sucio calendario del bolsillo y grita..."
Cumplía un año más al otro lado de una orilla que nunca fue la misma orilla que yo habitaba. Nos engañábamos jugando a que sí, pero una vez más el tiempo jugó su ficha y ganó, cuando más distraídos estábamos mirando hacia otro lugar.
Llegué a casa empapada en recuerdos de esos que se cosen en sillas que algún día terminan en alguna terraza salmantina que aún conserva sus muros pintados de una mezcla de amor y carboncillo... Sumergida en aquellos recuerdos me quedé dormida, agotada por la presión de querer y no saber cómo, de querer y no atreverse, de... decirte tantas cosas que ya no se pueden pronunciar...
Al despertar estaba en clase, imaginando cómo celebraría este día que le gustaba tanto, sobretodo cuando, por una semana, estaba más cerca de mí.
Escribí mil cartas, mil palabras intentando felicitarle por este día que yo un día viví reproduciendo aquel "hombre del traje gris" en un casette del siglo XX. Ninguna era adecuada. Ya no sabía cómo hablarle al corazón a quien me había apartado de él hace tanto. Se vistió la coraza...
Tras una tarde accidentada llegué helada ante la pantalla que me lee los pensamientos y guarda mis secretos. Era el momento de enviarle el regalo de cumpleaños...

[...]

En este momento de silencio en el que te has quedado pensando, mi regalo ya se ha colado en tu buzón, en tu caja blanca de vacas de colores, entre las sábanas de esa habitación amarilla, se ha colado en algún rincón...
Espero que hagas buen uso de él, este tipo de regalos no tiene libro de instrucciones. Quizás nunca lo encuentres, quizás nunca lo busques.
Los buenos regalos llegan cuando menos te lo esperas, y te llegan directos al corazón, como aquel beso en el portal días atrás...
Quizás nunca lo abras.
Hay regalos que es mejor no abrirlos, cuando no sabes quién te los regala...
Feliz cumpleaños, felices dreams...



No lo olvides...

Ilustración I
Ahora que ya te has ido, que me has dejado con el grito en la boca, con el aliento comprimido en el pecho, ahora ya puedo espetar todo cuanto quise y nunca supe decirte, no por miedo, por amor...
Ahora que no te importa herir un corazón que te ha amado, que has tenido el valor de vivir sin pedir permiso, que no te importa decir mentiras, ahora que... vamos... despacio...
No olvides que la causa de tu presente es tu pasado.
Ya no recuerdo como sigue esa frase, por ahí ha quedado perdido el hilo que le ponía el punto final a algo que seguramente nunca existió.
Ahora que ya no te importa nada, te diré que no deseo conocer tus intimidades, tus desvelos, a quien regalas tus caricias. No me importa con quién compartas tu cama ni dónde dejes tus sueños reposar.
No olvides que la causa de tu presente, es tu pasado...
No vuelvas a pedirme que nos veamos. Esa madrugada será la última vez... que al son de las cornetas, se llevó a cabo el prendimiento de mi corazón, empapado en agua por alguien que no supo ser sincero desde el comienzo de los principios.
Quítate la máscara ya, el capillo que oculta tu rostro. Nunca te he conocido, eso me ha quedado claro, nunca he sabido quien eres.
Me he sentido engañada, cuando te preguntaba mirándote a los ojos y con tu templanza característica te hacías creer, te hacías querer. Olvidé por un momento que siempre se te dio bien mentir. Olvidé por un momento que... que me debía olvidar de ti.
No llames a la puerta que te vio crecer a mi lado. No llames más, la llave está enterrada bajo la fosa que yo misma cabé cuando empecé a quererte.
No te intentes poner en contacto con este corazón que se ha vestido de nuevo su coraza, quizás para siempre, alerta porque no hay nada, no hay nadie que pueda prometer algo que nunca ha sabido lo que es.
No puedes jurar amor eterno cuando ni siquiera conoces el significado de la eternidad, cuando no comprendes lo que supone el verbo amar.
No olvides que la causa de tu presente es tu pasado.
No conozco mayor verdad que esa. Qué lástima que yo sea uno de los factores que hayan influido en este tu presente. No sabía que se podía estar tan perdido en un camino donde uno cree por fin haberse encontrado.
Nunca creí que iba a escribir esto, quizás porque creí que siempre iba a sentirme indiferente. Quizás lo hago porque me importas, decir lo contrario sería reafirmarme.
Sé feliz, a tu manera, como cantaba muy acertadamente Frank Sinatra. Pero recuerda que la frase, no acaba ahí. Que la causa de tu presente es tu pasado, así como la causa de tu futuro será tu presente. No te gires, no mires atrás, porque no quiero ser yo la causa que arruine tu futuro. Sólo tú decides cómo será. No me preguntes cómo, ya deberías saber escribir las huellas de tu destino, si sabes escribir otro tipo de letras...

La llamaban Mary (parte III)

Desnudo - Óleo 2010

Regresaste igual que la lluvia que llevaba tanto tiempo sin caer. Todo se llenó otra vez de luz y de alegría. Todo aquí estaba mejor, todos nos alegrábamos de que estuvieras de nuevo en nuestras vidas.
Se acabó la lluvia, y con ella tu presencia, con la que calmaste tanta sed.
Quiero imaginar que viniste para recordarme que no te has ido aunque no te vea, que sigues a mi lado aunque no estés aquí.
Me dejaste un relevo en tu lugar, un joven de noble corazón y tímida sonrisa, dispuesto a llenar el vacío que tú nos dejaste. Ese vacío siempre quedará…
Han pasado los días, y me queda la sonrisa que dibujaste en un rincón de mi corazón. En cada paso que doy, te veo por aquí danzando, subiendo y bajando, asomando, te oigo riendo… Después de todo, tu regreso me ha dejado más tranquila, aunque sé que ahora, ya no volverás. Prometiste tu palabra y ahora seguirás tu camino, que deseo sea muy feliz. Estoy segura de que a alguien como tú sólo le pueden suceder cosas buenas.
Son las 00:30. Apago las luces de este antro que durante tantos días me ha regalado cosas buenas. Los clientes, todos tan diferentes… Los compañeros… tú… él…
Caminamos juntos hacia la misma dirección, hablando sobre tu partida, sobre cuánto te echaríamos de menos, sobre el vacío que nos has dejado. A él le quedaba el consuelo de tenerme a mí, que aprendí a tratarlo con los días, que aprendí a quererlo con el tiempo. Lo que él no sabía es que yo no estaría allí por mucho tiempo más.
El frío se colaba por los agujeros de mi bufanda negra. No podía levantar la mirada del suelo, y él lo notó. Te puse a ti de excusa, pero los dos sabíamos que había algo más.
De camino a casa hablamos de los buenos ratos que habíamos compartido. Tu, el, yo… De las fiestas sin maquillaje, de las noches de locura bajo la atenta mirada de una cerveza ¿rubia? No, pelirroja… De los besos robados, de las sonrisas de complicidad. No soportaba la idea de dejarle, porque sabía en primera persona lo que se siente cuando te dejan sin ganas de volver al lugar donde por unas horas, podías sonreír sin sentirte culpable de ser feliz.
No supe decirle que nos quedaban pocos días de complicidad, de llévame a casa, de dame dos besos, de ¿una caña con limón? Sí, como siempre… Nos quedaban pocos días en el bolsillo y los quise aprovechar al máximo. Sé que no le gustan las despedidas, por eso me quiero despedir poco a poco, sin decir adiós, igual que hiciste tú conmigo, dejándome en la sonrisa la esperanza de verte aparecer de nuevo por aquella puerta que tantos rostros ve pasar cada día.
Nos abrazamos a la puerta del portal, bajo la tenue luz que ilumina la tristeza de los enamorados, bajo la tenue luz que ilumina la falsa alegría de los solitarios. Me dio dos besos, como siempre, mientras yo seguía pensando cómo alejarme sin hacer ruido. Me prometió un “hasta mañana” sin saber que mañana ya no me vería, y cuando iba a doblar la esquina, se giró susurró: “te quiero…”
Virginia, en ese momento recordé su nombre. Ya no era Mary, la tabernera dicharachera que con un punto de locura me regaló su corazón. Era Virginia…
Enmudecí en ese instante. La luna, del tamaño de un queso, contemplaba la escena. “Yo también…” suspiré mientras se giraba y doblaba la esquina. “…te quiero” terminé mientras subía las escaleras que me llevaban al sueño eterno del que jamás he querido despertar ya.
                                      Fin...?

La llamaban Mary (parte II)

Estudio - Óleo sobre tabla 2010
Llegué a casa envuelta en un halo de tristeza. Ya nada era lo mismo en aquel antro.
Ya no encontraba su sonrisa entre los recovecos que algún día había llenado ella con su presencia. Me puse el pijama, sin quitármela de la cabeza. Se fue sin decir adiós... Se fue poco a poco, y me dejó seco el corazón.
No pude evitar regarlo mientras hacía valance de todo cuanto me regaló durante el tiempo que compartimos. No pude evitar recordar que las dos éramos una.
Los clientes siguen viniendo en su busca, con la firme esperanza de que algún día se la encontrarán detrás de la barra canturreando ese I can get no... satisfaction, escoba en mano a modo de micrófono y yo a su lado tocando una guitarra que jamás existió. Los clientes me recuerdan que existió, y con eso me basta para esbozar mi mejor sonrisa ahora que nadie es capaz de sacarme de mi cruda realidad.
En algún lugar del mundo que habita estará haciendo feliz a alguien, del mismo modo que hizo conmigo, dejándome eso sí, con un vacío que ninguna otra Mary llenará.
Lo prometiste. Mientras cruzabas el umbral de la puerta, te giraste con esa sonrisa pícara, y me dijiste que volverías a visitarme, que regresarías a la taberna donde te has dejado medio corazón...
No te quise ver partir. Las despedidas no me gustan, ya lo sabes.
Ahora me arrepiento de no haberte dicho nunca todo lo que significaste para mí, y me lamento ante un papel que sufre mis desvelos nocturnos.
Sólo un abrazo, para recordar que no fuiste una ilusión.
Sólo un abrazo, una noche más entre risas desmedidas... Y te dejaré partir para siempre, allá donde el destino te tiene preparado algo tan grande como tu propio corazón.
Te llamaban Mary, pero yo bien sé que esa no es tu verdadera identidad...

La llamaban Mary

Estudio- óleo sobre tabla 2010
Era una joven alocada. Muchos creían que en su interior no guardaba nada más allá de su inquietud por vivir rápido, por vivir intenso. Pocos la conocíamos, o al menos llegamos a rozar un poquito su corazón.
Era alegre, y alegraba a cuantos teníamos la suerte de trabajar junto a ella. A veces despistada, sabía poner la guinda a un día que no podía tener final feliz. Ella terminaba siempre la hisoria de cada día de la mejor manera posible. Cada día una sonrisa. Cada día una mirada nueva de complicidad que sólo nosotras comprendíamos, y levantaba las envidias de aquellos que algún día soñaron con pertenecer a un corazón similar al suyo.
Era joven, estaba llena de ilusiones. Nada podía pararla. Un pequeño terremoto que cuando llegó a mi vida la descolocó, para que fuera capaz de reordenarlo todo de nuevo, para tirar lo viejo y dar paso a lo nuevo, para quitarle el polvo a este corazón podrido de latir. 
No recuerdo su nombre.
Me acuerdo que un gran animal siempre la acompañaba. Era de color claro. Siempre la mostró gran fidelidad.
Su sonrisa es difícil de olvidar. Su risa socarrona alegraba las almas tristes que paraban por aquella taberna mugrienta de desilusión.
Algunos la llamaban Mary pero yo bien sé que esa no era su verdadera identidad.
Recuerdo bien aquellos días que compartimos, porque, bueno, me enseñó que aún podía latir mi corazón en la penumbra de aquel lugar lleno de escombros que nunca nos regaló su calor, pero en el que tantas horas pasamos las dos.
Se fue poco a poco. Muy disimulada se alejó de mi lado. Sé que lo hizo así para no hacerme daño. No dijo adiós, las despedidas no le gustaban, estoy segura.
Aún así, sigue viva en mi recuerdo, esa joven de 18 años que prendió una luz de esperanza en mi sonrisa desgastada. Sigue en mi mente, cada vez que entro en ese antro y recuerdo cada dia que compartimos. Cada día que...
Estoy segura de que volverá, con su amigo peludo... creo que se llamaba Brooklyn. Volverá... no para quedarse, pero quizás sí para recordarme que yo también sigo viva en su recuerdo...

Carta de Amor sin destinatario...

Cristo Bienaventuranzas- Grafito 2012


Extrañado Amor:
Déjame que te pregunte cómo estás, ahora que la distancia ha marcado el doloroso filo de la indiferencia entre tú y yo. Ahora que somos dos extraños y ya nada hay que salve aquello que un día nos unió.
Permíteme la osadía de escribirte esta carta y dejar que la leas; todas las demás mueren cada día en el cajón de mi mesita, porque aún no las ha descifrado tu corazón.
Amor, tú que prometiste amarme cada día de tu vida, que juraste que sólo existía yo... ¿Cuántos años han pasado? ¿Cuántas lágrimas he derramado hasta que te supe decir adiós? ¿Cuántas veces suplicaste que volviera arrodillado ante aquel balcón? ¿En qué cajón de tu mesita ha quedado olvidado ese CD que me grabaste "Con Amor"?
Me duelen las páginas de aquella historia que empezamos a escribir sin saber cómo acabaría. Me duelen las letras que quedaron grabadas y que se han ido destiñendo con el salitre de mi llanto, esas letras que cada día me recordaban cuánto te amé, cuánto fui amada yo...
Pero los días vuelan, aun sin saber hacia dónde les llevan sus alas, y nos devuelven tarde o temprano al lugar donde pertenecemos. Yo aquí, tu allí, nosotros... ¿dónde?
Querido Amor, han volado las promesas que un día nos juramos. Han desaparecido los restos de nuestro naufragio. Ya no queda nada en mi de ti, ni siquiera un resquicio de mis ojos queda en ti. Sólo nos queda el recuerdo del tiempo que duró aquella historia a la que ninguno supo poner el punto final. Aquella historia que aún no sé cómo acabará...
Ahora que la distancia me recuerda quién eres, quien soy, te escribo para decirte que no he vuelto a llorar por los días que no supe tenerte a mi lado, no he vuelto a llorar por los días que no supiste darme calor. Que he aprendido a vivir con tu recuerdo, que me alegra saber de ti aunque no te tengo.
Por fin sé pensar en ti sin que me duela...
Querido Amor, siempre serás ese amigo especial que me enseñó a mirar la vida desde otra perspectiva, el que me enseñó a sentirme, dentro del caos, un poco viva.
Han pasado unos años ya desde que olvidé tu nombre, desde que el dolor me enseñó a no recordarte, y te escribo esta carta aunque no sé ni quién eres, ni siquiera si te acuerdas de mí.
Permíteme la osadía de dejar que leas esta carta. Todas las demás mueren ahogadas en el mar donde un día naufragamos los dos. En todas acababa diciendo: "te quiero, aunque no estés aquí..."
Hasta siempre, amigo mío...
Te quiero, aunque no sepa a quién me debo dirigir...

Queridos vosotros


Queridos vosotros, sabedores de todo cuanto os rodea, comprensores del mundo femenino y de los sentimientos ajenos que no os pertenecen…
Vosotros, que siempre pensáis en el bien del resto de la humanidad… Sí, porque Humanidad lleva nombre femenino.
A vosotros me dirijo, hoy, muy lejos de enterrar el hacha de guerra. Hoy me he levantado irreconocible, a años luz de esa bondad innata con la que yo siempre consideré que todos estábamos dotados.
Pero un buen día una luz se ilumina en la cabeza de alguna de nosotras (hoy ha sido la mía, espero que mañana sea la de otra), esas que tanto queréis, a las que tanto veneráis, a las que sobreprotegéis, por las que daríais vuestra vida… y nos caemos de ese guindo que nos regalaba cada día una imagen del género macho taaan ideal, tan estupenda, tan… tan equivocada.
Día tras día te intentas convencer de que “es diferente”, de que éste no tiene nada que ver con los demás: MENTIRA, es un puro espejismo. Intentas ver en él esa parte que te conviene, a la que te aferras con la esperanza de que sea el hombre que sepa ver a través de tu mirada.
Ellos, ahí van, con su coraza a cuestas, esa que nunca una mujer será capaz de romper porque no vale lo suficiente, porque no somos un Arturo que pueda sacar la espina de sus corazones. Cada una de nosotras en nuestra cabeza creemos que seremos las afortunadas de conseguir que olvidéis lo pasado, que hagáis borrón y cuenta nueva, que consigáis ver en nosotras todo lo que os faltó, que veáis que somos capaces de regalaros un mar de nuevas experiencias, de momentos divertidos, de confidencias, de susurros al oído, de caricias de ternura, de noches en vela… Creemos y podemos ser esas que hagan estremecer vuestro pecho cuando nos veáis doblar la esquina, pero olvidamos el orgullo del género macho, ese género indestructible que ante todo busca nuestra propia integridad. Antes de que puedan anidar en vuestro interior sentimientos que desquebrajen vuestra coraza y os sintáis un poco humanos, nos diréis algo como: “no quiero que lo pases mal, es mejor que dejemos de vernos”.
Vosotros, que llegáis a regalarnos grandes viajes, nos invitáis a opulentas comidas, nos lleváis al cine y nos invitáis a dormir una noche más en vuestra cama, enredadas en vuestros brazos para pasar más tiempo a nuestro lado, sois los que después no sois capaces de mirarnos a la cara y decirnos “hola” como si nunca nada hubiera pasado. Vosotros que presumís de tener las ideas claras, de ser unos maduros e independientes hombres que saben diferenciar una amistad de una aventura o un revolcón de una noche.
Queridos vosotros, que pensáis que aún todavía somos esas mujeres de cristal que se quedan prendadas del primero de vosotros que les regala un piropo facilón o con aquel que comparten una noche entre las sábanas. Vosotros, que os adelantáis, que creéis que sabéis lo que pensamos, lo que sentimos, lo que deseamos… Tengo una mala noticia: las tornas han cambiado, ahora somos nosotras las que ya no necesitan vuestros cuidados, esas que saben pasar una noche divertida y al día siguiente seguir con su vida sin acordarse, en ocasiones, de vuestro nombre de pila o vuestra marca de calzoncillos. Hoy somos las que no necesitan vuestras atenciones para seguir adelante, porque somos sentimentalmente independientes. Somos las que se toman un café con vosotros para haceros la espera más soportable, las que quieren ser vuestras amigas porque no necesitan nada más serio, no necesitan nada formal, somos felices pasando ratos buenos a vuestro lado sin profundizar en temas personales que nos comprometan a quedar otro día. Pero vosotros, crédulos y en ocasiones un tanto engreídos, os adelantáis, hacéis de adivinos, y creéis saber lo que pasa por nuestra mente. Marcáis vuestro territorio, por si acaso se nos olvida que sois impenetrables, y hacéis las cosas de la peor manera posible, sin dar la cara, y dejando claro quién es quién sobre el tablero del ajedrez.
A vosotros me dirijo, quizás un tanto resentida, no porque uno de vosotros me haya pellizcado el corazón, sino porque me duele que sigáis concibiendo esa imagen tan ridícula de este género que cada día es más fuerte y se come el mundo con vosotros incluido en él, el género femenino.
Como en todo, existen excepciones que no merecen leer ciertas cosas de las que se les acusa. Corazones dolidos de verdad que se han dejado querer y que no han negado estar enamorándose con frases absurdas que les deja en mal lugar. Corazones con coraza, como el del gran poeta Mario Benedetti que se dejan desvestir y se quedan al aire para volver a ser arropados. Esos son los pocos corazones que merecen ser atendidos con los seis sentidos que nosotras poseemos. Esos corazones que reconocen que quieren volver a vernos, que quieren beber de nuestra boca aunque no sea la que les pertenece. Corazones sinceros, honrados… Corazones valientes… De los cuales sólo he conocido dos, y ha sido un placer poder compartir con ellos sus debilidades y sus fortalezas. A ellos les debo que hoy día siga adorando a ese género bobalicón que es el vuestro, el masculino.
Queridos vosotros, suerte en vuestra andadura, la vida es muy corta y nosotras no os vamos a estar esperando. Quizás vuestro Arturo aún esté por llegar para sacar la espada que os atravesó el corazón que no fuimos capaces de sanar…