"El hombre del traje gris"

Álvaro - Transfer

Nunca hubiera sabido decir qué fue. Nunca cómo lo consiguió. Sonrió y todo fluyó, como el agua del deshielo se deja llevar por los arroyos...
Me levanté con la vista nublada y un amigo peludo que no quería madrugar. Yo tampoco tenía ganas de empezar el día tan temprano. Era día 30, creo que del mes de abril.
El agua de la ducha rebotaba en mi espalda como las palabras imposibles de decir en la punta de mis labios: pancarta, escaparate, coronel, prieto picudo, paredes...
A las 8 de la mañana salí a encontrarme con aquellos que representaban mi misma adolescencia, mis mismas ganas de alcanzar un sueño... o no, era demasiado temprano para perseguir sueños, para pensar, para atender en clase, para escribir algo que te llegara al corazón, ahora que el frío ¿invierno? ha marcado las manos que un día se dieron calor.
A la hora del recreo fui a tomar el té que me devolvió la inspiración, al lugar donde las miradas entre compañeros de trabajo se cruzan cómplicemente sin decir nada y diciéndolo todo entre sorbo y sorbo de café.
Hacía frío, como aquellas tardes que con estoicidad nos quedábamos contemplando la fachada del monumento que nos vió crecer, que nos vió querer.
De camino para casa todo era más fácil, aunque en realidad nunca lo fue. Hay decisiones que nunca sabremos si han sido las correctas o no. Decisiones que si nunca hubieramos tomado, nunca hubieramos parado a pensar, por eso es necesario tomarlas y ser consecuentes, a pesar de todo.
Era día 30... el último del mes que me robaron como en aquella canción que decía... "y cuando por la calle pasa la vida como un huracán, el hombre del traje gris saca un sucio calendario del bolsillo y grita..."
Cumplía un año más al otro lado de una orilla que nunca fue la misma orilla que yo habitaba. Nos engañábamos jugando a que sí, pero una vez más el tiempo jugó su ficha y ganó, cuando más distraídos estábamos mirando hacia otro lugar.
Llegué a casa empapada en recuerdos de esos que se cosen en sillas que algún día terminan en alguna terraza salmantina que aún conserva sus muros pintados de una mezcla de amor y carboncillo... Sumergida en aquellos recuerdos me quedé dormida, agotada por la presión de querer y no saber cómo, de querer y no atreverse, de... decirte tantas cosas que ya no se pueden pronunciar...
Al despertar estaba en clase, imaginando cómo celebraría este día que le gustaba tanto, sobretodo cuando, por una semana, estaba más cerca de mí.
Escribí mil cartas, mil palabras intentando felicitarle por este día que yo un día viví reproduciendo aquel "hombre del traje gris" en un casette del siglo XX. Ninguna era adecuada. Ya no sabía cómo hablarle al corazón a quien me había apartado de él hace tanto. Se vistió la coraza...
Tras una tarde accidentada llegué helada ante la pantalla que me lee los pensamientos y guarda mis secretos. Era el momento de enviarle el regalo de cumpleaños...

[...]

En este momento de silencio en el que te has quedado pensando, mi regalo ya se ha colado en tu buzón, en tu caja blanca de vacas de colores, entre las sábanas de esa habitación amarilla, se ha colado en algún rincón...
Espero que hagas buen uso de él, este tipo de regalos no tiene libro de instrucciones. Quizás nunca lo encuentres, quizás nunca lo busques.
Los buenos regalos llegan cuando menos te lo esperas, y te llegan directos al corazón, como aquel beso en el portal días atrás...
Quizás nunca lo abras.
Hay regalos que es mejor no abrirlos, cuando no sabes quién te los regala...
Feliz cumpleaños, felices dreams...



No lo olvides...

Ilustración I
Ahora que ya te has ido, que me has dejado con el grito en la boca, con el aliento comprimido en el pecho, ahora ya puedo espetar todo cuanto quise y nunca supe decirte, no por miedo, por amor...
Ahora que no te importa herir un corazón que te ha amado, que has tenido el valor de vivir sin pedir permiso, que no te importa decir mentiras, ahora que... vamos... despacio...
No olvides que la causa de tu presente es tu pasado.
Ya no recuerdo como sigue esa frase, por ahí ha quedado perdido el hilo que le ponía el punto final a algo que seguramente nunca existió.
Ahora que ya no te importa nada, te diré que no deseo conocer tus intimidades, tus desvelos, a quien regalas tus caricias. No me importa con quién compartas tu cama ni dónde dejes tus sueños reposar.
No olvides que la causa de tu presente, es tu pasado...
No vuelvas a pedirme que nos veamos. Esa madrugada será la última vez... que al son de las cornetas, se llevó a cabo el prendimiento de mi corazón, empapado en agua por alguien que no supo ser sincero desde el comienzo de los principios.
Quítate la máscara ya, el capillo que oculta tu rostro. Nunca te he conocido, eso me ha quedado claro, nunca he sabido quien eres.
Me he sentido engañada, cuando te preguntaba mirándote a los ojos y con tu templanza característica te hacías creer, te hacías querer. Olvidé por un momento que siempre se te dio bien mentir. Olvidé por un momento que... que me debía olvidar de ti.
No llames a la puerta que te vio crecer a mi lado. No llames más, la llave está enterrada bajo la fosa que yo misma cabé cuando empecé a quererte.
No te intentes poner en contacto con este corazón que se ha vestido de nuevo su coraza, quizás para siempre, alerta porque no hay nada, no hay nadie que pueda prometer algo que nunca ha sabido lo que es.
No puedes jurar amor eterno cuando ni siquiera conoces el significado de la eternidad, cuando no comprendes lo que supone el verbo amar.
No olvides que la causa de tu presente es tu pasado.
No conozco mayor verdad que esa. Qué lástima que yo sea uno de los factores que hayan influido en este tu presente. No sabía que se podía estar tan perdido en un camino donde uno cree por fin haberse encontrado.
Nunca creí que iba a escribir esto, quizás porque creí que siempre iba a sentirme indiferente. Quizás lo hago porque me importas, decir lo contrario sería reafirmarme.
Sé feliz, a tu manera, como cantaba muy acertadamente Frank Sinatra. Pero recuerda que la frase, no acaba ahí. Que la causa de tu presente es tu pasado, así como la causa de tu futuro será tu presente. No te gires, no mires atrás, porque no quiero ser yo la causa que arruine tu futuro. Sólo tú decides cómo será. No me preguntes cómo, ya deberías saber escribir las huellas de tu destino, si sabes escribir otro tipo de letras...

La llamaban Mary (parte III)

Desnudo - Óleo 2010

Regresaste igual que la lluvia que llevaba tanto tiempo sin caer. Todo se llenó otra vez de luz y de alegría. Todo aquí estaba mejor, todos nos alegrábamos de que estuvieras de nuevo en nuestras vidas.
Se acabó la lluvia, y con ella tu presencia, con la que calmaste tanta sed.
Quiero imaginar que viniste para recordarme que no te has ido aunque no te vea, que sigues a mi lado aunque no estés aquí.
Me dejaste un relevo en tu lugar, un joven de noble corazón y tímida sonrisa, dispuesto a llenar el vacío que tú nos dejaste. Ese vacío siempre quedará…
Han pasado los días, y me queda la sonrisa que dibujaste en un rincón de mi corazón. En cada paso que doy, te veo por aquí danzando, subiendo y bajando, asomando, te oigo riendo… Después de todo, tu regreso me ha dejado más tranquila, aunque sé que ahora, ya no volverás. Prometiste tu palabra y ahora seguirás tu camino, que deseo sea muy feliz. Estoy segura de que a alguien como tú sólo le pueden suceder cosas buenas.
Son las 00:30. Apago las luces de este antro que durante tantos días me ha regalado cosas buenas. Los clientes, todos tan diferentes… Los compañeros… tú… él…
Caminamos juntos hacia la misma dirección, hablando sobre tu partida, sobre cuánto te echaríamos de menos, sobre el vacío que nos has dejado. A él le quedaba el consuelo de tenerme a mí, que aprendí a tratarlo con los días, que aprendí a quererlo con el tiempo. Lo que él no sabía es que yo no estaría allí por mucho tiempo más.
El frío se colaba por los agujeros de mi bufanda negra. No podía levantar la mirada del suelo, y él lo notó. Te puse a ti de excusa, pero los dos sabíamos que había algo más.
De camino a casa hablamos de los buenos ratos que habíamos compartido. Tu, el, yo… De las fiestas sin maquillaje, de las noches de locura bajo la atenta mirada de una cerveza ¿rubia? No, pelirroja… De los besos robados, de las sonrisas de complicidad. No soportaba la idea de dejarle, porque sabía en primera persona lo que se siente cuando te dejan sin ganas de volver al lugar donde por unas horas, podías sonreír sin sentirte culpable de ser feliz.
No supe decirle que nos quedaban pocos días de complicidad, de llévame a casa, de dame dos besos, de ¿una caña con limón? Sí, como siempre… Nos quedaban pocos días en el bolsillo y los quise aprovechar al máximo. Sé que no le gustan las despedidas, por eso me quiero despedir poco a poco, sin decir adiós, igual que hiciste tú conmigo, dejándome en la sonrisa la esperanza de verte aparecer de nuevo por aquella puerta que tantos rostros ve pasar cada día.
Nos abrazamos a la puerta del portal, bajo la tenue luz que ilumina la tristeza de los enamorados, bajo la tenue luz que ilumina la falsa alegría de los solitarios. Me dio dos besos, como siempre, mientras yo seguía pensando cómo alejarme sin hacer ruido. Me prometió un “hasta mañana” sin saber que mañana ya no me vería, y cuando iba a doblar la esquina, se giró susurró: “te quiero…”
Virginia, en ese momento recordé su nombre. Ya no era Mary, la tabernera dicharachera que con un punto de locura me regaló su corazón. Era Virginia…
Enmudecí en ese instante. La luna, del tamaño de un queso, contemplaba la escena. “Yo también…” suspiré mientras se giraba y doblaba la esquina. “…te quiero” terminé mientras subía las escaleras que me llevaban al sueño eterno del que jamás he querido despertar ya.
                                      Fin...?

La llamaban Mary (parte II)

Estudio - Óleo sobre tabla 2010
Llegué a casa envuelta en un halo de tristeza. Ya nada era lo mismo en aquel antro.
Ya no encontraba su sonrisa entre los recovecos que algún día había llenado ella con su presencia. Me puse el pijama, sin quitármela de la cabeza. Se fue sin decir adiós... Se fue poco a poco, y me dejó seco el corazón.
No pude evitar regarlo mientras hacía valance de todo cuanto me regaló durante el tiempo que compartimos. No pude evitar recordar que las dos éramos una.
Los clientes siguen viniendo en su busca, con la firme esperanza de que algún día se la encontrarán detrás de la barra canturreando ese I can get no... satisfaction, escoba en mano a modo de micrófono y yo a su lado tocando una guitarra que jamás existió. Los clientes me recuerdan que existió, y con eso me basta para esbozar mi mejor sonrisa ahora que nadie es capaz de sacarme de mi cruda realidad.
En algún lugar del mundo que habita estará haciendo feliz a alguien, del mismo modo que hizo conmigo, dejándome eso sí, con un vacío que ninguna otra Mary llenará.
Lo prometiste. Mientras cruzabas el umbral de la puerta, te giraste con esa sonrisa pícara, y me dijiste que volverías a visitarme, que regresarías a la taberna donde te has dejado medio corazón...
No te quise ver partir. Las despedidas no me gustan, ya lo sabes.
Ahora me arrepiento de no haberte dicho nunca todo lo que significaste para mí, y me lamento ante un papel que sufre mis desvelos nocturnos.
Sólo un abrazo, para recordar que no fuiste una ilusión.
Sólo un abrazo, una noche más entre risas desmedidas... Y te dejaré partir para siempre, allá donde el destino te tiene preparado algo tan grande como tu propio corazón.
Te llamaban Mary, pero yo bien sé que esa no es tu verdadera identidad...

La llamaban Mary

Estudio- óleo sobre tabla 2010
Era una joven alocada. Muchos creían que en su interior no guardaba nada más allá de su inquietud por vivir rápido, por vivir intenso. Pocos la conocíamos, o al menos llegamos a rozar un poquito su corazón.
Era alegre, y alegraba a cuantos teníamos la suerte de trabajar junto a ella. A veces despistada, sabía poner la guinda a un día que no podía tener final feliz. Ella terminaba siempre la hisoria de cada día de la mejor manera posible. Cada día una sonrisa. Cada día una mirada nueva de complicidad que sólo nosotras comprendíamos, y levantaba las envidias de aquellos que algún día soñaron con pertenecer a un corazón similar al suyo.
Era joven, estaba llena de ilusiones. Nada podía pararla. Un pequeño terremoto que cuando llegó a mi vida la descolocó, para que fuera capaz de reordenarlo todo de nuevo, para tirar lo viejo y dar paso a lo nuevo, para quitarle el polvo a este corazón podrido de latir. 
No recuerdo su nombre.
Me acuerdo que un gran animal siempre la acompañaba. Era de color claro. Siempre la mostró gran fidelidad.
Su sonrisa es difícil de olvidar. Su risa socarrona alegraba las almas tristes que paraban por aquella taberna mugrienta de desilusión.
Algunos la llamaban Mary pero yo bien sé que esa no era su verdadera identidad.
Recuerdo bien aquellos días que compartimos, porque, bueno, me enseñó que aún podía latir mi corazón en la penumbra de aquel lugar lleno de escombros que nunca nos regaló su calor, pero en el que tantas horas pasamos las dos.
Se fue poco a poco. Muy disimulada se alejó de mi lado. Sé que lo hizo así para no hacerme daño. No dijo adiós, las despedidas no le gustaban, estoy segura.
Aún así, sigue viva en mi recuerdo, esa joven de 18 años que prendió una luz de esperanza en mi sonrisa desgastada. Sigue en mi mente, cada vez que entro en ese antro y recuerdo cada dia que compartimos. Cada día que...
Estoy segura de que volverá, con su amigo peludo... creo que se llamaba Brooklyn. Volverá... no para quedarse, pero quizás sí para recordarme que yo también sigo viva en su recuerdo...

Carta de Amor sin destinatario...

Cristo Bienaventuranzas- Grafito 2012


Extrañado Amor:
Déjame que te pregunte cómo estás, ahora que la distancia ha marcado el doloroso filo de la indiferencia entre tú y yo. Ahora que somos dos extraños y ya nada hay que salve aquello que un día nos unió.
Permíteme la osadía de escribirte esta carta y dejar que la leas; todas las demás mueren cada día en el cajón de mi mesita, porque aún no las ha descifrado tu corazón.
Amor, tú que prometiste amarme cada día de tu vida, que juraste que sólo existía yo... ¿Cuántos años han pasado? ¿Cuántas lágrimas he derramado hasta que te supe decir adiós? ¿Cuántas veces suplicaste que volviera arrodillado ante aquel balcón? ¿En qué cajón de tu mesita ha quedado olvidado ese CD que me grabaste "Con Amor"?
Me duelen las páginas de aquella historia que empezamos a escribir sin saber cómo acabaría. Me duelen las letras que quedaron grabadas y que se han ido destiñendo con el salitre de mi llanto, esas letras que cada día me recordaban cuánto te amé, cuánto fui amada yo...
Pero los días vuelan, aun sin saber hacia dónde les llevan sus alas, y nos devuelven tarde o temprano al lugar donde pertenecemos. Yo aquí, tu allí, nosotros... ¿dónde?
Querido Amor, han volado las promesas que un día nos juramos. Han desaparecido los restos de nuestro naufragio. Ya no queda nada en mi de ti, ni siquiera un resquicio de mis ojos queda en ti. Sólo nos queda el recuerdo del tiempo que duró aquella historia a la que ninguno supo poner el punto final. Aquella historia que aún no sé cómo acabará...
Ahora que la distancia me recuerda quién eres, quien soy, te escribo para decirte que no he vuelto a llorar por los días que no supe tenerte a mi lado, no he vuelto a llorar por los días que no supiste darme calor. Que he aprendido a vivir con tu recuerdo, que me alegra saber de ti aunque no te tengo.
Por fin sé pensar en ti sin que me duela...
Querido Amor, siempre serás ese amigo especial que me enseñó a mirar la vida desde otra perspectiva, el que me enseñó a sentirme, dentro del caos, un poco viva.
Han pasado unos años ya desde que olvidé tu nombre, desde que el dolor me enseñó a no recordarte, y te escribo esta carta aunque no sé ni quién eres, ni siquiera si te acuerdas de mí.
Permíteme la osadía de dejar que leas esta carta. Todas las demás mueren ahogadas en el mar donde un día naufragamos los dos. En todas acababa diciendo: "te quiero, aunque no estés aquí..."
Hasta siempre, amigo mío...
Te quiero, aunque no sepa a quién me debo dirigir...

Queridos vosotros


Queridos vosotros, sabedores de todo cuanto os rodea, comprensores del mundo femenino y de los sentimientos ajenos que no os pertenecen…
Vosotros, que siempre pensáis en el bien del resto de la humanidad… Sí, porque Humanidad lleva nombre femenino.
A vosotros me dirijo, hoy, muy lejos de enterrar el hacha de guerra. Hoy me he levantado irreconocible, a años luz de esa bondad innata con la que yo siempre consideré que todos estábamos dotados.
Pero un buen día una luz se ilumina en la cabeza de alguna de nosotras (hoy ha sido la mía, espero que mañana sea la de otra), esas que tanto queréis, a las que tanto veneráis, a las que sobreprotegéis, por las que daríais vuestra vida… y nos caemos de ese guindo que nos regalaba cada día una imagen del género macho taaan ideal, tan estupenda, tan… tan equivocada.
Día tras día te intentas convencer de que “es diferente”, de que éste no tiene nada que ver con los demás: MENTIRA, es un puro espejismo. Intentas ver en él esa parte que te conviene, a la que te aferras con la esperanza de que sea el hombre que sepa ver a través de tu mirada.
Ellos, ahí van, con su coraza a cuestas, esa que nunca una mujer será capaz de romper porque no vale lo suficiente, porque no somos un Arturo que pueda sacar la espina de sus corazones. Cada una de nosotras en nuestra cabeza creemos que seremos las afortunadas de conseguir que olvidéis lo pasado, que hagáis borrón y cuenta nueva, que consigáis ver en nosotras todo lo que os faltó, que veáis que somos capaces de regalaros un mar de nuevas experiencias, de momentos divertidos, de confidencias, de susurros al oído, de caricias de ternura, de noches en vela… Creemos y podemos ser esas que hagan estremecer vuestro pecho cuando nos veáis doblar la esquina, pero olvidamos el orgullo del género macho, ese género indestructible que ante todo busca nuestra propia integridad. Antes de que puedan anidar en vuestro interior sentimientos que desquebrajen vuestra coraza y os sintáis un poco humanos, nos diréis algo como: “no quiero que lo pases mal, es mejor que dejemos de vernos”.
Vosotros, que llegáis a regalarnos grandes viajes, nos invitáis a opulentas comidas, nos lleváis al cine y nos invitáis a dormir una noche más en vuestra cama, enredadas en vuestros brazos para pasar más tiempo a nuestro lado, sois los que después no sois capaces de mirarnos a la cara y decirnos “hola” como si nunca nada hubiera pasado. Vosotros que presumís de tener las ideas claras, de ser unos maduros e independientes hombres que saben diferenciar una amistad de una aventura o un revolcón de una noche.
Queridos vosotros, que pensáis que aún todavía somos esas mujeres de cristal que se quedan prendadas del primero de vosotros que les regala un piropo facilón o con aquel que comparten una noche entre las sábanas. Vosotros, que os adelantáis, que creéis que sabéis lo que pensamos, lo que sentimos, lo que deseamos… Tengo una mala noticia: las tornas han cambiado, ahora somos nosotras las que ya no necesitan vuestros cuidados, esas que saben pasar una noche divertida y al día siguiente seguir con su vida sin acordarse, en ocasiones, de vuestro nombre de pila o vuestra marca de calzoncillos. Hoy somos las que no necesitan vuestras atenciones para seguir adelante, porque somos sentimentalmente independientes. Somos las que se toman un café con vosotros para haceros la espera más soportable, las que quieren ser vuestras amigas porque no necesitan nada más serio, no necesitan nada formal, somos felices pasando ratos buenos a vuestro lado sin profundizar en temas personales que nos comprometan a quedar otro día. Pero vosotros, crédulos y en ocasiones un tanto engreídos, os adelantáis, hacéis de adivinos, y creéis saber lo que pasa por nuestra mente. Marcáis vuestro territorio, por si acaso se nos olvida que sois impenetrables, y hacéis las cosas de la peor manera posible, sin dar la cara, y dejando claro quién es quién sobre el tablero del ajedrez.
A vosotros me dirijo, quizás un tanto resentida, no porque uno de vosotros me haya pellizcado el corazón, sino porque me duele que sigáis concibiendo esa imagen tan ridícula de este género que cada día es más fuerte y se come el mundo con vosotros incluido en él, el género femenino.
Como en todo, existen excepciones que no merecen leer ciertas cosas de las que se les acusa. Corazones dolidos de verdad que se han dejado querer y que no han negado estar enamorándose con frases absurdas que les deja en mal lugar. Corazones con coraza, como el del gran poeta Mario Benedetti que se dejan desvestir y se quedan al aire para volver a ser arropados. Esos son los pocos corazones que merecen ser atendidos con los seis sentidos que nosotras poseemos. Esos corazones que reconocen que quieren volver a vernos, que quieren beber de nuestra boca aunque no sea la que les pertenece. Corazones sinceros, honrados… Corazones valientes… De los cuales sólo he conocido dos, y ha sido un placer poder compartir con ellos sus debilidades y sus fortalezas. A ellos les debo que hoy día siga adorando a ese género bobalicón que es el vuestro, el masculino.
Queridos vosotros, suerte en vuestra andadura, la vida es muy corta y nosotras no os vamos a estar esperando. Quizás vuestro Arturo aún esté por llegar para sacar la espada que os atravesó el corazón que no fuimos capaces de sanar…

Queridos Reyes Magos...

"El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños" - Ilustración
Que no se me acaben las ganas de soñar... Que siga creyendo en la magia que envuelve todo cuanto me rodea... Que el año que entra me conserve la paz que encontré en el que acaba... Que repartais mucha felicidad... Queridos Reyes Magos... Gracias por cumplir mis deseos para el 2011.

Es hora de cerrar...

Celina - Grafito, 2011
Era la hora de cerrar. El frío congelaba la punta de su nariz respingona cansada de buscar ese olor que ya había olvidado. El frío se colaba por el calado de aquellos calcetines negros que siempre le estorbaban al meterse en la cama con él... 
Era la hora de cerrar, pero ella se sumía en aquel silencio para evadirse de la realidad que un día la marcó por dentro. Era diciembre, el mes de los arrumacos, de "quédate a dormir", el último mes del primer año que sentía la calma que tanto anhelaba encontrar en el rincón de alguna playa perdida, en los brazos de quien supo tenerla sin retenerla.
La última lágrima del mes se resbalaba por su mejilla. "La última lágrima" se juraba mientras apagaba todo y bajaba la trapa de aquel sitio que tantos buenos ratos le regaló... Sabía que no sería la última, y asumía con resignación que la vida a veces se retuerce sin sentido dejándote como estabas. "No, peor", susurraba mientras caminaba hacia su casa, consciente de que ahora estaba otra vez sola, pero antes no le conocía, y ahora vive con el recuerdo de su sabor.
La enfermedad la había enseñado a disfrutar cada momento como si fuera a ser el último. Esta vez quería sonreir por todo lo bueno que compartieron, pero sólo era capaz de sentir el vacío que habían dejado aquellas falsas palabras en su corazón.
Ahora comprendía lo que antaño no era capaz de averiguar: cuando el corazón duele, es porque hay vida en su interior.
El frío se colaba por el abrigo que tantas veces reposó en el respaldo de aquella silla de despacho cómplice de sus miradas. El frío calmaba las penas de una mente cansada de pensarle, cansada de amarle, cansada de soñarle... cansada...
Sólo recuerdo su mirada. Era una mujer sencilla, de mediana edad. A través de sus ojos podía adivinar qué mares se bebió por él. En qué calles dejó que sus manos se juntaran. Qué noches reconquistó su lado de la cama.
Era la hora de cerrar, y muy apesadumbrada, le echó la trapa al corazón que tanto había latido, pero que esa noche se cansó de seguir...

Uno y uno ya no son dos...

Muak! - Grafito, 2011
Se va acercando el final. Las últimas horas de un año que a nadie ha dejado indiferente. Los últimos minutos de un año que te vió partir...
Hace un año que entre confeti me suplicabas que me quedara a tu lado, hace un año me susurrabas Te quiero... Un año en el que no he vuelto a escuchar esas palabras, aunque en mi corazón siguen grabadas.
Recuerdo el último beso, supongo que es el que nunca se olvida. Pero el primero, lejos ya del fin de este año, sigue cálido en mi boca. Aún vuelan las mariposas en mi tripa cuando viajo a ese momento en que todo daba igual, en el que una caja llena de besos te pedía ser abierta.
Apenas quedan 15 días de este año que ha corrido para que no lo pilláramos mientras perseguíamos aquello que un día, quizás una noche, perdimos entre sollozos y se lo llevó. El año que me ha enseñado que la vida, cuando menos te lo esperas se esfuma, y hay que vivirla ahora, aquí, como si todo se fuera a terminar mañana. Cuántas veces esperé para saborear una mirada, para sentir el sabor de las tardes de septiembre acurrucada junto a un manzano testigo de mis sueños... Ahora no hay esperas. No hay tiempo suficiente en el mundo para calmar mis ansias de ser.
Cada instante es una buena escusa para vivir de la mejor manera, la manera más intensa, junto a las amigas que después de años de distancia me han enseñado que siempre estuvieron conmigo, y que siempre estarán aunque no las vea, en cada estrella del cielo, en cada café en la Calle Ancha, en cada postal parisina... ; para quedarte hasta las 9 de la mañana con el hombre de tu vida discutiendo si "churros si o churros no" para ir a casa, o qué vídeo grabaremos estas fiestas entre un batido de fresa, y otro de chocolate; para ir un Segundo a visitar a quien un día, entre tanto desajuste, te elegió entre un puñado y luchó porque yo lo eligiera también; para darle una oportunidad a quienes aún no forman parte de mi camino; para bailar, cantar, reir, trabajar... y ser feliz...
Cada instante es la mejor escusa para quedarte en casa junto al compañero de fatigas peludo que duerme en la habitacion de al lado y te despierta siempre de buenas maneras; para quererme hoy porque me lo merezco, para quererte ya porque me apetece; para no volver hasta mañana...
Se acaba el año de las emociones fuertes, de las salidas sin fin, del cansancio más dulce que jamás he probado; el año del verano más rosa que las rosas secas que adornan mi habitación.
Finaliza este año que nos grita que 1 y 1 ya no son 2, pero pueden llevarse bien a pesar de todo... El año en que las sorpresas están a la orden del día, para bien o para mal, pero debemos aceptarlas como vienen y hacerlas propias de nuestra existencia, asimilarlas y vivirlas como son. Hacerlas nuestras por suerte o a pesar nuestro.
Finalizan tantas cosas que ya son parte del pasado... Pero no finalizan las ganas de seguirte hablando, de contarte que aunque nada me calma la sed que tengo, al menos me sacio a diario con todos aquellos que un día decidieron subirse a mi autobús y a día de hoy siguen acompañándome en mi trayecto.
Se acaba el año, pero yo continuo aquí, como cada diciembre, escribiendo mis recuerdos y mis deseos para una nueva etapa que comienza pronto... o que pronto finalizará para siempre...
Boceto - Grafito 2011

Querida amiga:
Me he tomado la libertad de llamarte asi a pesar de que apenas te conozco, a pesar de que prácticamente somos dos desconocidas...
Lo primero que haré será pedirte disculpas, porque me voy a meter donde quizás nadie me manda, pero a veces siento que debo hacer esto para intentar salvar, si no es tu alma, la de alguien que por casualidad pase por aquí y al leer esta carta que hoy te dedico se sienta identificada.
Ya han pasado muchos días. Ya han vuelto las noches de frío en las que el otro lado de la cama te recuerda el vacío que han dejado en tu corazón.
No tengo derecho a decirte lo difícil que es salir adelante, lo complicado que es mantener la vista al frente. Yo soy la primera que cada poco echa un vistazo atrás y se regocija en los años en que todo era ideal, todo era perfecto: su olor, sus besos, sus caricias, sus abrazos... Hasta los dias de lluvia eran especiales si bajo el paraguas estaba él a mi lado.
Pero la vida sigue adelante, ella no espera nada, y tu estas aqui a la espera de algo que seguramente nunca volverá.
Con esta carta no pretendo que ma hagas caso, sólo deseo transmitirte cuánto me entristece verte pendiente de un corazón que no es el que te pertenece. Por desgracia, no somos dueños de los corazones de nadie...
Cada vez que te miro veo esa sonrisa dulce que te caracteriza, esa energía, esa vitalidad, esa gracia con que nos alegras las tardes, las noches, los corazones... Y me enmudece pensar que crees que sin él a tu lado no eres nada, en lugar de pensar que es sin el cuando más vales y más tú eres.
No tengo derecho a pedirte que olvides los días de gloria, de pasión, de felicidad, porque ni yo misma he sido capaz de olvidar ese tiempo en que hasta lo gris tenía un brillo especial. Aquellos dias en que el tiempo se paraba, esos dias... esos días ya han pasado. 
Antes de que pienses que es muy difícil, que es imposible olvidar a quien un día se amó, te diré que es cierto, que aunque te intenten convencer que habrá otro que te hará olvidar, que te querrá más, que te cuidará como mereces... para tí sólo existirá él, no importa cuánto te vayan a querer, ni si ponen a tus pies la misma luna que te vió llorar su partida. Sólo él estará en tu corazón hasta el último aliento que expires, aunque el tiempo te enseñará cómo se vive aceptando que tu destino no es el mismo que el suyo, aprenderás a aceptar que quiera a otra mujer, que comparta su vida con ella, y sabrás saludarle y fingir que eres su amiga sin que nadie sospeche nada. Aprenderás a querer a quien de verdad lo dará todo por ti sin pedirte nada a cambio. Pero nunca será lo mismo...
Antes de que cierres la ventana que te muestra esta carta en la pantalla de tu ordenador o quizás de tu teléfono y olvides este montón de letras que para ti ahora no tienen sentido, permíteme que me despida diciéndote que a pesar de todo esto, tienes derecho a vivir feliz, a rehacer tu vida, y dejarte enamorar por aquellos que sueñan cada noche con el sabor de tu boca...
Que aunque no soy tu amiga, me importas porque eres una persona, y sólo por eso te mereces lo mejor. Ojalá alguien me hubiera escrito a mi una carta diciéndome que cuando te enamoras duele. Pero te diré una cosa que espero que jamás olvides: lo más maravilloso que te puede pasar es que te enamores de la Vida. Sólo así conseguirás ser feliz, tal como mereces...
Hasta pronto, siempre con tu sonrisa...
Mónica

Tres colores primarios


Boceto
Recuerdo que aquellas manos se conviertieron en las alas que el hombre de tu vida tomó para echar a volar. No lo perdimos, simplemente quiso saborear su libertad... y se fue.
Hoy sólo es día tres, como tres son los colores primarios que embellecen nuestras vidas, como día tres fue aquel día en que echó a volar. Mayo nos regaló sus flores, noviembre arrancó sus hojas.
Recuerdo que no existía consuelo para ese corazón marchito, que no cabían más lágrimas en tus ojos, que no cabía más tristeza entre mis brazos. Que las piernas nos temblaban sobre el suelo que nos empezaba a devorar.
Le dí la mano antes de irme. Le miré con todo el amor que tenía dentro. Con toda la rabia que cabía en mis puños cogí las maletas porque sabía que cuando volviera, él ya habría alzado su vuelo.
Te recuerdo más cristalina que nunca, más sincera que nunca, te recuerdo tú. No pensabas más que en tu dolor, en tu ausencia, en tu... en ti.
Pero los recuerdos se desgastan a medida que los usamos, y cada vez es más lejana esa imagen de tu figura desnuda, empapada de tristeza, si, pero llena de vida por una sola vez, llena del color que se derrite en las hojas de este block que se arruga ante tus lágrimas.
He venido a pintarte el alma. A llenarte de la vida que él siempre quiso que vivieras. He venido a recordarte que las alas son para volar...

Cuando duele, duele de verdad...

Fotografía - 2011
Como esas viejas fotos en blanco y negro en las que ella mira fíjamente a cámara y nunca podrás adivinar lo que estaba pensando en el preciso instante de la toma. Esos pensamientos, esas sensaciones, quedan atrapadas por la cámara, impresas en ese papel viejo que tras su delicada exposición se deja llevar en el vaivén de una cubeta reveladora.
Como esas fotos se sentía ella, un poco distante, un poco misteriosa, a veces irreconocible. No importaba las veces que la miraras a los ojos tratando de leer algún mensaje oculto cuyo fotógrafo quisiera dejar constante en ella. Podías pasarte horas navegando en la miel de sus pupilas, en su boca de fresa o en su interminable nariz. No importaba cuánto te quisiera, porque nunca te lo diría: el tiempo la enseñó a tapar con delicadeza todo cuanto dejara ver más allá. El tiempo la enseñó que el corazón, a largo plazo duele, y cuando lo hace, duele de verdad...

La brisa

Autorretrato - Óleo sobre tabla
Él se refugiaba tras esa fachada de hielo que día tras día aprendió a levantar. No quería nada más allá de un trato cordial con quienes le rodeaban, sabía que cuando dabas un poco más de tí mismo terminaban apuñalándote por la espalda, dejándote a las puertas del que siempre creiste tu paraíso, y sin algo de ropa que hiciera más llevaderas las frías noches de aquella ciudad que le vió crecer. No quería nada más... o en el fondo lo deseaba, pero las magulladuras de años pasados le impedían dejarse querer.
Ella caminaba risueña, cada día, por las aceras de la calle que ha visto cómo se esfumaban sus ilusiones, disfrutando de la brisa que como cada mañana, juega con su pelo. No era consciente de que se ocultaba de algunas situaciones que ya había vivido repetidamente bajo la capucha de aquella sudadera negra que solía vestir para sentirse cómoda y resguardada de las frías mañanas de aquella ciudad que la vió crecer. Ahora sólo vivía el día a día, sin renunciar a los placeres que se le presentaban y tratando de no engancharse de nada que le cortara las alas que le daban su libertad. Le gustaba sentir la brisa en su cara...
Él se distraía para no pensar que estaba solo, y buscaba entretenimientos que quizás una noche sobrepasaran la línea que separaba lo correcto de lo menos correcto.
Ella buscaba ocupar el tiempo que quedó vacío tras la pérdida de la Ilusión aprendiendo a enseñar a vivir una vida que a ella se le escapaba de las manos.
A él le gustaba la velocidad.
Ella amaba vivir rápido para no darse cuenta de todo lo que había perdido.
Él quería alguien que escuchara los latidos de su corazón, pero que no le pusiera límites de velocidad.
Ella deseaba tener entre sus manos las Ilusiones de algún corazón roto para poder ayudarle a alcanzar lo que ella nunca pudo.
Se necesitaban, pero no lo sabían.
Cada día se cruzan por las aceras de la rutina y sus miradas se gritan algo que sus oídos no entienden...

Caminando

"Atándose" - Óleo sobre tabla
Se ató los zapatos y se incorporó. Sabía que después de caerse, sólo era necesario volverse a levantar. Lo demás aparecería poco a poco por el camino...

Cristales empañados

Salón de danza - Técnica mixta
Era como mirar a través de una ventana empañada en uno de esos fríos días del mes de enero, cuando acercas tu rostro al helado cristal y tu aliento empaña de dudas todo lo que hay al otro lado. Era un poco confuso, un poco intrigante. Pasaba la mano una y otra vez intentando ver más allá de aquel cristal empapado de sueños y frustraciones, pero era complicado intentar descubrir los secretos de aquellos lugares donde nunca se había estado antes con sólo mirar a través de un cristal nublado.
Había tantas cosas complicadas...
Día tras día se asomaba a aquella ventana, esperando obtener alguna respuesta. Día tras día le pasaba la mano a aquella ventana esperando que las gotas de agua que se dejaban caer por aquellos cristales le regaran las ilusiones que había plantado el día que descubrió aquel maravilloso lugar... Día a día esperaba que un alma sedienta de aire fresco abriera aquella ventana y le dejara formar parte de aquellos sueños y frustraciones que le mantenían apartado...

El Destino

Fotografía 2011
Tras la despedida, no quería pensar lo que le depararía su porvenir. Ya había hecho todo cuanto estaba en sus manos, y seguir pensando sólo le quitaría tranquilidad. Estaba dispuesta a aceptar lo que le tocara, pero no a conformarse sin más. Tenía que agotar sus recursos.
El Destino, sin embargo, fue mucho más listo que ella. Aquella tarde le estaba dando respuestas mientras ella ojeaba los artículos de aquella revista pasada ya de fecha y maldecía a aquel anticipado adolescente que le había hurtado su sitio junto a la ventanilla del autobús.
A pesar de su agotamiento y sus ganas de dormir para que el regreso fuera mucho más llevadero, Morfeo decidió unirse a aquel juego y se olvidó de pasar por allí esa noche, dejando que el Tiempo hiciera el resto...
Sumidos en una conversación que ella siempre había soñado tener algún día, llegaron a su destino. Cada uno tomó su camino pero en sus mentes habitaba el mismo pensamiento: un próximo encuentro.
Su vida probablemente nunca tuvo una conexión directa con la ciudad que ansiaba habitar. Sin embargo, esa ciudad quería mantener la conexión entre ambas. Y mientras uno echa de menos algo que nunca tuvo, otro tiene algo que nunca pudo echar de menos porque no le dieron ocasión. Y todos los días, antes de acostarse, acaricia el vacío de una presencia que jamás existió; se imagina su porvenir, esta vez sin muchas espectativas, porque sabe que el Destino termina regalándote aquello que un día soñaste y nunca creíste que existiera...

365 días

Retrato - fotografia 2011
Hoy te dí cobijo en mi hogar, te dejé formar parte de mi familia, de mi casa... Te dejé colarte entre las sábanas para que me chuparas los pies que traía fríos del viaje que hicimos juntos desde Salamanca. Dejé que me despertaras de madrugada, que me arañaras con esas uñas tan final, que me pincharas con esos colmillos tan sutiles...
Te dejé subir a mi regazo, dormirte junto al ordenador en las jornadas de trabajo, subirte en mis hombros cuando querías explorar nuevas formas de ver la vida.
Te dejé entrar en mi corazón, y vaya... la vida sin ti ahora no tendría sentido.
¿Dónde iban a quedar las largas mañanas correteando con nuestra amiga Kora por los campos perdidos que nos han visto gozar de vuestras carreras? ¿Los lametones en la cara al llegar a casa? Tantas cosas que no puedo explicar...
Espero haberte dado todo cuanto has necesitado, y seguir año tras año viéndote crecer y haciéndome feliz...

Su sonrisa...

Retrato- Fotografía 2011
Su sonrisa lo decía todo. Necesitaba oír de aquellos labios aquello que tanto necesitaba. Era como una droga que le hacía sentir bien...
Suspiraba por cada rincón imaginando aquella voz. Deseando cada minuto que aquellas calles formaran, algún día, parte de su día a día, parte de su corazón.
Su sonrisa lo decía... casi todo. A veces escondía las puñaladas que sin piedad algun alma pervertida le arrojó sin contemplación. No supieron ver a través de sus ojos color miel la niña que habitaba en su interior. No supieron que cuando acaricias un alma noble, por inercia, esta se acostumbra al tacto dulce de quien supo llegar hasta ella.
A veces se apartaba un mechón de pelo para dejar ver su expresión de felicidad. No había nada especial en su vida, pero para ella, su vida era lo suficiente especial como para vivirla con ilusión. Sabía que no estaba bien visto ser feliz en estos días, asique cuando llegaba a casa encendía los altavoces y bailaba al son de su alegría. No había nada cierto en su futuro próximo, pero tenía una corazonada: todo iba a salir bien...
Mientras tanto seguía soñando, que alguien le dijo alguna vez que "era gratis". Y seguía deseando que aquellas calles llenas de oportunidades formaran, algún día, parte de su sonrisa.

Asfalto

Retrato 2011 - Fotografía
Sonó el despertador. Era hora de enfrentarse a su destino. No era el que esperaba, pero le gustaba pensar que había algo mejor aguardándola. Le gustaba pensar que sus caricias realmente quisieron decirle algo que él jamás supo expresar por miedo al olor del asfalto...